lunes, 1 de agosto de 2022

UN ODRE EN SAN FERMIN

Mi cuerpo parece un odre después de la lucha de D. Quijote contra los gigantes, tanto la espalda, como la pechera tienen la impronta de tantos galenos y sangradores que ni en pizarra parvularia recogería el inventario, pero a este odre mío solo le faltaba la cornada de San Fermín que por ser santo de encierros y cuernos me vino a ver en su día con una colonoscopia sin más intención que prevenir pero con tan mala fortuna que decidió quedarse a yacer conmigo.



La cornada anal resultó normal, nada por lo que preocuparse pero ya que estaban el aguacil y los varilargueros dentro de mí decidieron  resecar unos puntitos sin importancia para evitar posteriores complicaciones,  de ahí resultó la cogida. Veinticuatro horas más tarde  me vi ingresado en estado crítico, la pérdida de sangre requirió varias transfusiones, la alarma seguía sin que los galenos dieran razón ni causa a mi desdicha, vieronmé las hemorroides, estrujaronmé el estomago y no me requirieron el tallaje por que al final confluyeron en que fueron los puntitos antes resecados los que se habían abierto y fueron ellos los que soltaron la espita y así me vi yo cual odre en tiempo de cosecha despachando cuartillos de plasma sin medida ni mesura durante unas horas.

El ingreso en críticos perfecto, la gente eficaz y encantadora, la profesionalidad impecable y la dedicación y entrega impresionantes, no así el ingreso en planta, la habitación sin limpiar y con vestigios del anterior ocupante, al coincidir con el cambio de turno mi cena y desayuno debieron quedar en el limbo de los carritos destartalados y por supuesto las disculpas imposibles absolutamente desconcertantes. Mala imagen mala praxis sobre todo cuando en tu situación sufrir algún contagio puede ser un agravante imprevisible, salvadas estas circunstancias tengo que añadir que el trato por parte de los y las profesionales siguió siendo impecable con una entrega digna de encomio y tan cercana que llegamos a un puntido de familiaridad que hizo mi estancia un poquito más agradable y sobre todo más confortable  y afectiva.



Tratado aparte merecen las comidas, ¿Porqué un pescado aparentemente bueno se sirve seco, sin gracia, casi crudo y sin una pizca de alegría?, ¿Porqué la pasta (macarrones) se hace indigerible por seca y espartana? ¿Porqué el muslito de pollo viene sangrando en su interior? ¿Por qué un menú tan poco variado? ¿Nadie se pregunta la causa de tanto desperdicio después de las comidas?

Mil gracias a todo el personal del Hospital Vall d´Hebrón, muchas gracias a las doctoras Claudia Barber, Horga simón y Macarena que aguantaron mis malos momentos cuando mi humor  no estaba en consonancia con sus atenciones, gracias sobre todo y muy especiales a los anónimos donantes de sangre que con su aportación desinteresada me salvaron la vida.

EN CAMA DE HOSPITAL LA ARROGANCIA DUERME EN LA ALFOMBRA

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona