Mi Hermana desde Salamanca debió intuirme famélico y esmirriado después de mi último episodio hospitalario, esta recia moza castellana no se anduvo con remilgos, se fue a tierras de la Armuña y allí chamarileó con el amo del terruño a fin de conseguir la esencia pura de lo que ella consideraba el mejor reconstituyente para un hermano tan endeble como yo; que lejos de su tierra debía de estar oliendo olla sin tocar caldo.
Nada de esto supe hasta que mi candorosa vecina se presentó
con un fardo al cuadril sin forma concreta ni armazón que lo sustentara, la
buena mujer vino a decir que en acto de
buena voluntad atendió el ruego
de la cartera del barrio cuando pidió encarecidamente librarla de un lastre que
superaba sus fuerzas y había descangallado las ruedas del carrito carteril, que
con aquel fardo mas costal que fardel pareciera ella venir de comprar para
familia numerosa que repartidora de cartas a domicilio.
Vistas así las cosas recibimos aquel envoltorio, tanteamos, y escudriñamos tratando
de adivinar sin conseguir el qué ni el porqué, y ya artos de hacer conjeturas decidimos
despejar la duda rasgando la vestimenta del desconocido: Un saco de hermosas
lentejas de la Armuña, un saco con mil rosarios de hierro puro de una lenteja
pardina recogida y estitada a golpe de yema en el mismo terruño al amparo de la
ermita del Cristo. Una risa nerviosa entre sorprendida y emocionada se apoderó de
mi cuando me imaginé la aventura del inusual regalo dando tumbos de oficina en
oficina y de mostrador en mostrador, imaginar al oficial de la ventanilla que
viera de franquear aquel costal entre delicadas cartas, giros y reembolsos y la insistencia de
mi hermana de que el “paquetito” debería
llegar cuanto antes hasta su desnutrido hermano y nada de retirar en oficina su
hermano no estaba para tanto esfuerzo. La imagen de ella misma recorriendo
Salamanca con semejante lastre y su empeño en reponerme a golpe de lenteja
armuñesa han debido dejar tras de sí un reguero de clientes fisioterapeuticos que a buen seguro estarán acordándose de mi
familia durante largo tiempo.
Ahora tengo un problema: con tanta lenteja a la vista debo
ponerme como bombero en calendario, pero
mi duda es que como me anduvieron tocándome
en el desagüe y la lenteja armuñesa salga con resoplido la flauta
suene a trombón y se vea uno comprometido y salga un solo sin orquesta dando
pie a los aplausos a una sola mano, pero siempre tendré la excusa de que el producto está en garantía
y en caso de reclamación que se dirijan a
la denominación de origen.
No sé que pretende esta hermana mía pero fuera lo que fuera la verdad en que de aquí en adelante no faltarán las lentejas en esta casa y estoy seguro que la próxima analítica el hierro estará por las nubes, cuando me pregunten qué ha pasado mi respuesta ha de ser contundente: la lenteja de la Armuña y sobre todo el empeño de mi hermana por sacarme adelante.
A LA LENTEJA, ROSARIO, CAMILLA Y ESCAPULARIO
La lenteja de la Armuña es la calidad denominada "Rubia" nunca "Pardiña" a la que yo me refería en mi escrito. La denominación de origen me ha llamado al orden y así quiero aclararlo. Pido perdón a mis paisanos y sobre todo agradecerles que sigan cultivando esta hermosa lenteja rubia cuyo contenido en hierro es muy superior a las demás. Gracias.
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