En estos días la emisora celebra su primer centenario, yo pasé por sus estudios hace ya más de cincuenta años en los tiempos en que Mario Beut estaba al mando de las mañanas, un personaje que se hizo popular al alternar la radio con sus apariciones en la televisión (todavía en blanco y negro) presentando el programa Reina por un día que lo encumbró como icono de elegancia y rompecorazones. Para mí descubrir la radio por dentro fue una experiencia fascinante y un aprendizaje acelerado sin escuela,perdí el miedo al micrófono a falta de otra alternativa, haciendo de la espontaneidad y la improvisación mi santo y seña en un lenguaje llano y creíble según la audiencia.
El programa patrocinado por la empresa donde yo trabajaba se hacía en directo, cada semana desde el establecimiento de uno de nuestros clientes improvisábamos un concurso de preguntas premiando a los tres finalistas con premios en metálico, el espacio que oficialmente debía durar media hora casi siempre sobre pasaba varios minutos hasta que el Señor Beut desde la emisora nos llamaba al orden con aquella voz metálica que lo caracterizaba. Joaquin Oroz, (hijo) se desplazaba con la emisora móvil a bordo de su seat 1500 hasta el punto de la emisión desplegando una antena sobre el capó del coche que ya por si misma era un reclamo en el entorno, en el maletero un maremágnum de cables, calibres y conexiones preveían cualquier imprevisto que pudieran plantearse antes de la emisión, su dedicación heredada de su padre era tan vocacional como profesional pues sin duda alguna no era suficientemente compensada en lo económico, años después supe que le habían concedido un merecidísimo premio ondas.
Fueron dos temporadas en las que disfruté desarrollando con facilidad un trabajo para el que nunca me había preparado. Recuerdo que en aquel tiempo comenzaba en la emisora un jovencito llamado Pedro Ruiz haciendo monólogos para muebles “La Fabrica”, ya entonces era un personaje muy singular por su facilidad de palabra y torbellino de ideas, otros muchos entonces debutantes luego conocidos comunicadores se movían por aquellos despachos buscado un hueco en los programas de los intocables, pero en mí caso la precariedad económica en que se movían pudo más que mi afición, desde entonces los que me conocen bien saben que un micrófono en mis manos puede resultar cuando menos imprevisible.
LA RADIO DE NUESTRA GENERACIÓN TENÍA OLOR Y SABOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás