Lo que ahora se denomina reciclaje yo ya lo practicaba en mi juventud y casi diría durante la niñez, según mi madre mis pantalones no tenían bolsillos eran más bien fardeles donde todo cabía, cuerdas con peonza incluida, chapas de refresco para jugar, gomas para tirachinas, bolas (canicas) y cromos, muchos cromos de todo lo que salía al mercado pasando por algún alambre que bien me podía hacer falta para una emergencia y como no, la cajita metálica de Laxen Busto con la medalla de Domingo Sabio con su cordón enroscado debidamente.
En estos días me estoy recreando en aquellos recuerdos, estoy metido en decorar cajitas de madera de las que sirven como embalaje a las botellas de Champán. La situación comenzó cuando arrinconada en una papelera una de estas cajitas pareció estar esperándome y yo con esta afición mía no pude por menos de acogerla en mis brazos aún sin saber qué utilidad podría darle, pero combinando con mi afición a la pintura he podido recrear en la misma paisajes y viñedos propios del cava, el efecto llamada ha hecho que ahora tenga cajas en lista de espera.
Yo me pregunto si en el momento que estamos las prisas no dejan tiempo para la imaginación o la imaginación con tanta robotización está tan infravalorada que comienza a ser una cualidad en extinción. En nuestra época el reciclar no era una condición si no una necesidad, dar por desahuciada una pieza o prenda de ropa no tenía cabida en una sociedad donde el ingenio se tenía como asignatura obligada de supervivencia e incluso lo que se suponía derroche estaba defenestrado.
Los tiempos son otros y las situaciones también pero quiero pensar que yo no soy más feliz teniendo en el armario mas ropa que la que pudiera gastar aún viviendo dos vidas, que aquel tiempo que estrenabas una prenda de punto que tu madre había tejido durante horas o el juguete que traído por los reyes magos habría de durarte todo el año. Llegado a este punto debo confesarles que más de una vez he querido pujar por alguna pieza que llevaba alguno de estos chicos que van por la calle recogiendo chatarra, solo una voz en mi interior me frenaba haciéndome recapacitar pensando en el sitio donde iba a meter semejante armatoste. Pero no duden que algún día descubran que el hombre del carrito de la chatarra sea yo. ¡Cosas de la edad¡
RECICLAR: ES HIJA DEL APROVECHAMIENTO Y NIETA DE LA NECESIDAD
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