Pues sí créanselo estoy en la barrera entre lo biónico y lo humano, hace unos días (tendría que decir noches) duerme conmigo un aparatejo que vigila si la pila de mi marcapasos funciona correctamente o se descarga más rápido de lo debido, el caso es que este nuevo cachivache no hace ningún ruido ni pide de comer, tan solo chupa de la corriente y por la noche él solito envía los datos al Hospital Valle Hebrón, en principio estoy un poco “mosca” primero por si el aparato se duerme y deja de mandar señales o por el contrario al mismo tiempo que envía los datos se permite el lujo de grabar sonidos y ahí sí que me veo “retratado” y en este caso no sé si puedo demandarlo por intromisión en mi intimidad.
No sé lo que opinan ustedes, pero estamos llegando al momento en que las maquinas están tomando las riendas de nuestras vidas y cuando alguien habla del futuro de inteligencia artificial yo digo estar viviendo los primeros ensayos, ¿ustedes se imaginan que la válvula, el marcapasos y ahora el dichoso cacharrito se ponen de acuerdo para manejarme a su antojo? No se lo tomen a broma, solo me consuela pensar que en otra época yo hoy en lugar de estar escribiendo según Unamuno estaría en el corral de las almas.
Yo que me he empeñado en no morirme hasta arruinar a la seguridad social, ahora ya octogenario (menuda palabreja) me acuerdo de mi Tío Valentín del que yo presumía en el colegio porque era de los pocos conductores de autobús en una época en la que conducir siquiera un coche era algo inalcanzable, lo recuerdo porque para arrancar aquellos motores era necesario hacerlo con una manivela gigante que se accionaba desde el exterior, no siempre se conseguía al primer intento con lo que la aventura del arranque conllevaba cierta expectación acompañando cada intento por una nube negra negrísima que salía del tubo de escape, era como si el motor quisiera reírse de mi tío y rubricara así su protesta.
Yo a este aparato mío estoy buscándole la manivela por si en algún momento se fuera la luz y aparezca yo al día siguiente como mi tío Valentín que harto y cansado al no conseguir que el motor arrancara miraba al reino de los cielos defenestrando santos y vírgenes, aunque en mi caso (desgraciadamente) tendría que hacerlo de forma presencial.
EL CACHARRITO ME HACE GUIÑOS, ES LO QUE TIENE EL DORMIR JUNTOS
Fue la rueda, y luego todo vino rodado, y por la seguridad social, no te preocupes, que llevamos al congreso 10.000.000 millones de firmas para que hagan una auditoría.
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