lunes, 22 de diciembre de 2008

NOS TOCÓ LA LOTERÍA

Fue el número 45.3l8 el que nos entreabrió la puerta de la opulencia y nos dejó la ventana de la perplejidad.

Mi madre cambió un armario ropero de luna al frente por un tres cuerpos que hicieron del orgullo de ama de casa la mejor abanderada de lo sensacional de la amplitud. La lámpara de toda la vida fue defenestrada de su sitio en el comedor por una araña de cinco brazos de cristal lacrimógeno que para sí quisieran en el palacio real. Un cuadro de la última cena repujado presidió el comedor desde ese momento, y grandes cortinajes de cretona hacían juego con cojines y fundas, incluida la de la máquina de coser. En nuestra casa por un momento había llegado la primavera.

Mi madre arremetió con todo el lomo fresco que la tienda del barrio trajera de su pueblo y hete aquí que comimos, cenamos y almorzamos mas lomo fresco que en vida pudiera comer el mismísimo Carpanta. Fueron niveladas todas las cuentas pendientes y por vez primera los reyes magos fueron espléndidos.

Los cinco mil duros de la lotería parecían no tener fin, por mi casa pasaron parientes, conocidos, amigos y supervivientes, todos tuvieron su ración de lomo, todos alabaron el punto de adobo, todos hicieron lenguas de la buena mano de la cocinera, todos predicaron la justicia de la suerte, todos vocearon las bondades de la buena mesa, hasta que un día... de la cocina empezó a notarse un tufillo como a requemado, los amigos, conocidos y supervivientes fueron dejando la casa, las raciones de lomo se habían hecho más pequeñas, el punto de sal estaba alto y el adobo quedaba un poco amargo. Al final no hubo lomo que repartir, el armario de tres cuerpos sirvió para camuflar airadas conversaciones entre mis padres, la araña de cinco brazos fue paulatinamente mutilada de sus extremidades y sólo el cuadro de la última cena permaneció inalterable. Al florido comedor le llegó el otoño y los juguetes de reyes no pudieron ser remplazados.
Desde entonces para mí la lotería, tiene olor a lomo entre fresco y requemado, entre estampidos de botellas de cava con un regusto amargo en el fondo, entre amigarros abrazucados y alegrones avispados a los que en el abrazo procuran dejarte la espalda molida, entre los que aparecen en todas las fotos y los que te esperan en casa, como una ducha de agua fría para que reacciones, pero a los que en el primer momento no supiste o no quisiste escuchar, entre los que de la lotería hacen un fin y no un medio, entre los que desdentados pretenden comer todo el turrón de almendra almacenado en Alicante

Fue en Diciembre l.957 poco antes de la lotería de Navidad, un grupo de amigos dedicados a la hostelería se repartieron un mas de un millón de pesetas, gente trabajadora que se hicieron notar en Salamanca y sobre todo porque por su trabajo en los establecimientos más conocidos: California, La Isla, Regio, Miami, Roma, Gran Hotel, Universal, Monterrey, El mesón, y cómo no, el bar Bolero que fue quien repartió el número, hicieron de la lotería altavoz innecesario.

La posguerra dura y austera y un trabajo esclavo resultaban un campo abonado de muy difícil adaptación a nuevas situaciones, pero al menos por un tiempo pudimos gritar nuestra suerte.

Ahora cuando veo las caras desencajadas de los afortunados haciendo planes de inversión y esos amigos a su lado dándoles achuchones me viene siempre el olor a lomo adobado.

1 comentario:

  1. Que gracioso eres estoy con alguien que vivio con tigo y aquel año le trageron los fantasticos reyes una pistola que disparaba marcianos.desde San Cristobal un abrazo y aqui este año no huele a lomo

    ResponderEliminar

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona