sábado, 20 de junio de 2009

LA OTRA CARA DEL ESPEJO

La noticia: Con un gran despliegue de medios, setecientos policías, numerosos vehículos y no sé cuantas cosas mas se ha conseguido desmantelar una ingente cantidad de talleres clandestinos en Mataró, ¡la cantidad de chinos que estaban trabajando allí! Más de cuatrocientos estaban en unas condiciones muy precarias y trabajaban doce horas diarias por un salario de 20 Euros diarios; 600 Euros al mes.

Esto me ha hecho recordar cuando en otro tiempo yo visitaba Galicia con asiduidad y en muchos pueblos y barriadas se trabajaba en casa (no se decía clandestinamente) para una empresa que nacía entonces y a la que luego se ha conocido con el nombre de INDITEX. Confeccionaban sobre todo batas de estar en casa para la venta en mercadillos, la propia empresa facilitaba si era necesario un dinero para conseguir el utillaje propio para trabajar dando facilidades para reintegrar el préstamo.

De aquel trabajo vivían muchas familias y se mantenían muchos pueblos, se consideraba una bendición poder sacarse un sueldo de esa manera, aunque todo el mundo admitía que la irrisoria cantidad que se pagaba por cada una de aquellas prendas hacían de aquella dedicación un “trabajo de chinos”, más si se tiene en cuenta que había gente que empleaba a otra gente para conseguir mayor rendimiento.

Si en aquellos tiempos a alguien se le hubiera ocurrido lanzar setecientos policías para desmantelar aquellos talleres se habría armado la de San Quintín, argumentando la gran cantidad de carencias que se tapaban con aquel trabajo y la imposibilidad de hacer cualquier otra cosa para sustituirlo.

Cuando llegué a Barcelona era muy normal que las familias emigradas trabajaran en casa para talleres de la propia barriada, un trabajo miserable valorado por horas pero suficiente para completar los ingresos principales. A nadie se le habría ocurrido darle el tratamiento de explotación.

Ahora se da el caso de que los chinos obligados a dejar de trabajar en los talleres de Mataró se están ofreciendo a cualquier mafia que los quiera contratar porque no tienen otro medio de vida. Nadie ha previsto que tienen que comer trabajando lo más honradamente posible y que lo que para nosotros puede ser una cantidad ridícula para ellos era mas que suficiente, acostumbrados como están a un bajo nivel de ingresos.

Otra de las cosas que sorprende es que se definan como talleres clandestinos cuando todo el mundo conocía su existencia y se veía con normalidad la carga y descarga de furgonetas así como los grupos de trabajadores que algunos ratos merodeaban por parques y plazas más cercanos a su taller.

Yo no quiero defender el trabajo ingrato ni denigrante pero sí considero que dentro del despliegue policial tendría que haber intervenido un equipo social que aportara soluciones para el futuro de estos emigrantes y que no quedaran, como están, en un callejón sin salida.

Se dice que era ropa para vender en mercadillos pero no se dice que también había ropa para tiendas de firma de cuyos márgenes nadie quiere opinar. Se habla también de competencia desleal pero mucho me temo que esto no sea lo mismo que limpiar el polvo con unos zorros, al golpear en un sitio sólo se consigue que el polvo se deposite en el otro extremo, es de prever que los mismos talleres aparezcan en cualquier otro lugar y con los mismos operarios. Los más perjudicados como siempre son los más débiles a los cuales nadie presta la más mínima atención.
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Señores, seamos realistas y recordemos que la mayor fortuna española, la de Amancio Ortega y su ex esposa, se cimentó con trabajos de este tipo, nadie se ha echado las manos a la cabeza y a nadie se le ocurrió en su tiempo desmantelar talleres clandestinos ni cosa parecida, sólo cuando decidió fabricar en países asiáticos porque le sale mas barato alguien se atrevió a poner el grito en el cielo.

Una vez más nuestras autoridades van por detrás de las necesidades.

1 comentario:

  1. la chapuza nacional,y volver a empezar, que nos den otra suvencion.

    cordero llamazares

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona