Nuestro guerrero del antifaz al que admiramos porque todo lo hacia por el bien de la humanidad y al servicio del más débil pasa por horas bajas, su implacable celo por perseguir la injusticia parece que le ha empujado a transgredir una opinable línea de legalidad y los más altos estamentos del olimpo de los jueces le han despojado de su armadura protectora, obligándole a deambular errante cual ruin vasallo hasta que se reúnan los caballeros de la mesa ovalada.
Sorprende que uno de los personajes que ha encarnado el papel de justiciero implacable contra los poderosos de cualquier tendencia y condición, que ha hecho temblar a mas de un intocable cuando se supo investigado por el indomable justiciero, se vea ahora inculpado ante la duda si era o no de su competencia iniciar la búsqueda de restos humanos.
No puedo saber si esta especie de destierro al limbo de los jueces está o no justificada, de lo que sí estoy seguro es que este hijo de pastores andaluces templado en la lucha de retos imposibles tiene la fuerza moral suficiente como para resurgir y al igual que el caballero del antifaz de nuestras aventuras de juventud, arengará junto a otros caballeros de la justicia a seguir luchando por las causas perdidas.
No sé si se consideraba o lo consideraban juez estrella pero de lo que supongo no quedará ninguna duda es de su imparcialidad ante causas tan opuestas como ETA y el GAL, el narcotráfico y los criminales de guerra, políticos y banqueros y en general contra causas que otros daban por imposibles, situadas mas allá de las competencias de un iluminado.
Al igual que en nuestro tiempo esperábamos con impaciencia la próxima entrega de los episodios de nuestro guerrero del antifaz esperemos que el próximo numero sea un extraordinario donde el guerrero incansable e inasequible al desaliento resurgirá combatiendo a los malos después de encaramarse a las más altas almenas del poder a las cuales le llevó el destierro obligado de su condición incombustible.
Una cosa nos queda clara y es que en el tamiz de la justicia no todas las manos se emplean en cernir con el mismo brío ni todos los brazos se acompasan para no atorar la tolva y cuando un zagalón empieza a templar correas el rechinar de la tahona se escucha por todo el pueblo anunciando que en el horno se hace pan.
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