Estoy poniendo al día mis papeles para hacer la declaración de la renta, procuro acomodar facturas y justificantes; tiemblo por si la chapucilla aquella que hice amparándome en el mercado sumergido saliera a la luz y pudiera ocasionarme problemas; maldigo porque la importante factura del dentista no sea desgravable y no entiendo por qué tengo que pagar a la SGAE por el CD que estoy empleando para mi declaración; nada dejo a la improvisación y mental e inconscientemente preparo las respuestas que daría en caso de una inspección fiscal. Supongo que no soy una excepción y dentro del mundillo del españolito medio pasará a los más infelices y puñeteramente mediocres que, supongo, somos la mayoría.
Entre tanto trajín y mi inconsciente culpabilidad me viene a la cabeza la falta de publicidad que se le ha dado al juicio que por defraudar a Hacienda se ha seguido contra D. José Luis Núñez, ex -presidente del fútbol club Barcelona, el ex -jefe de Hacienda y sus compinches De La Rosa, Folchy y compañía; nadie parece haberse dado por enterado ni hemos tenido la mínima información de un caso como éste de repercusiones tan formidables como los de Marbella y el caso Gürtel juntos. Tampoco la prensa se hizo eco de la sentencia donde se les condena a un montón de años de cárcel a todos ellos y no parece que los podamos ver esposados con la bolsa de plástico entre las manos saliendo del furgón policial.
Tenemos que reconocer que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda para Hacienda y para los informadores, dentro de la segunda categoría estaría la folclórica y sus palmeros que tenemos constantemente en los noticieros diciéndonos hasta la hora en que va al servicio y de que color es el papel con que se limpia los ojos. También hay otra categoría más sangrante y menos agradable y es la de los que se recrean enseñando despojos y van regando sangre allí donde les llaman. Estoy escuchando de fondo la lucha por las vísceras de un celebre domador que están haciendo en un plató de televisión, yo no sé como se puede tener la moral tan baja y la lujuria tan barata y no es que me esté refiriendo a los invitados de turno (que también) pero éstos no ocultan que lo hacen por dinero, me refiero a los mismos periodistas que se presentan como investigadores contrastados y paladines de la honestidad y la moral; esos valientes que según dicen están al pie de la noticia pero que sólo son capaces de meterse con los más débiles y con los que no tienen capacidad de reacción.
¿Dónde están los intrépidos periodistas en los casos como los de José Luis Núñez? ¿No es suficientemente importante una estafa de esta envergadura protagonizada por personajes tan populares y conocidos de Cataluña? ¿No presumen los periodistas de implacables y de insobornables cuando les interesa? ¿Dónde está su objetividad profesional?
Me he puesto de mal talante porque me toca pagar una buena pasta a la Hacienda Pública y yo que soy de por sí tacaño me cuesta creer que el resto de españoles pague en la misma proporción que yo que soy un miserable mendicante, pero también porque escuchando a estos seudo periodistas puedo valorar el ejemplo que transmiten a la sociedad y lamentemos después la falta de valores en una sociedad que ha imitación de lo “héroes” que ellos nos presentan quieren vivir sin dar golpe.
¿Pongo la cruz en la casilla de la Iglesia según está el gallinero? Mejor lo dejo para mañana. Buenas noches
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