Una vez pasada la emoción y el alarde de patriotismo vivido a través de nuestra selección de fútbol, no dejo de darle vueltas a dónde nos han llevado las grandes marcas deportivas y los grandes entes de la comunicación, y de qué manera somos manejados consciente o inconscientemente por las multinacionales de turno hasta hacernos pensar que lo que se dirime en un partido es poco menos que la defensa de la nación, que los jugadores son gladiadores y que si salen victoriosos de la contienda el premio será convertirlos en héroes nacionales. El clamor de la calle, propio de los tiempos de Roma, nos hace vestir su uniforme para sentirnos mas identificados, enarbolamos banderas victoriosas hasta agotarlas y sin saber muy bien por qué nos enfrentamos a cualquiera que no esté en la dinámica que nos han dictado.
Los beneficios de las multinacionales que crean estos eventos son brutales, pero lo que más me asusta es ver lo fácil que les resulta manejarnos a su antojo, cómo pueden crear una conciencia colectiva capaz de responder a cualquier consigna, pintarrajearnos la cara con pinturas de guerra y hacer cuestión de estado la peor o mejor singladura de su escuadra en el puerto donde se libra la gran batalla.
Nuestros gladiadores esta vez regresaron victoriosos, los césares de la nación los ungieron con las esencias de la inmortalidad, cada tribuno argumentó en su beneficio la condición de paisanaje y a cada uno les fue entregado el arcón de monedas prometido para mayor honra y recuerdo de su hazaña. Se montó el circo en la gran explanada para que la plebe aclamara a sus héroes y todo el mundo regresó a su casa con la tranquilidad de haber cumplido por estar empadronado en la lista de los vencedores.
Yo mismo no me reconozco dando saltos por la consecución de un gol, ni dejándome poner la cara como un mapa de colores, ni gritando como un loco el nombre del protagonista que nos catapultaba al olimpo de los elegidos. ¿Será contagiosa esta histeria colectiva?
Hola querido Joaquín.
ResponderEliminarA mí, que gracias a Dios soy ateo, perdón, que gracias a Dios no me gusta el fútbol, he podido asistir sin involucrarme y con tranquilidad y espíritu crítico todo el circo del mundial.
El día de la la gran final asistí a un concierto en el Grec y de vuelta tuve que cruzar en coche una amplia zona en que pululaban las "brigadas futboleras rojas", debiendo ir con sumo cuidado para no ser embestido por automóviles y/o motos con banderas ondeantes y conductores enloquecidos y gritones.
La verdad es que yo no calificaría de patriotismop el espectáculo de completa irracionalidad que se produjo. Fue un episodio de histeria colectiva.
Todavía comprendo menos que antes que se pueda sentir euforia porque unos cuantos privilegiados que cobran en un mes lo que un trabajador medio no va a cobrar en toda su vida ganen un torneo. Y lo mismo digo por las euforias que provocan los Alonsos, Nadales, Lorenzos, Caballés, Iglesias y todos los muchos apellidos que se te ocurran que presumen de españolidad o españolismo y fijan fuera su residencia para no pagar impuestos, o invierten millones en abogados que buscan todas las trampas legales para evadir impuestos y capitales.
Los verdaderos patriotas son los que se levantan a la 5 o las 6 de la mañana (o la hora que sea) y acuden al trabajo cada día, y llegan justitos a final de mes (o no llegan), y a pesar de ello cada año hacen cola para cumplir con sus deberes fiscales y contribuyen con su granito o su saco de arena a que el país tire p'alante, también son verdaderos patriotas los políticos de base que de acuerdo a su ideología intentan hacer un país mejor y trabajan muchas veces poniendo incluso dinero de su bolsillo, y no los profesionales de la política que en los hemiciclos se dedican a ladrar mentiras para conseguir votos, como hace años estamos viendo.
¿Y qué decir de la ostentación banderil?, Las banderas, escudos, himnos, todos ellos generadores de odio y separación entre los hombres, nada más hace falta darle un repaso a la historia, las banderas se crean para identificar los ejércitos, nacidos para invadir y robar al vecino sus cosechas, tierras, riquezas y mujeres. Y no me vale que me digas que están para defensa, ya que si no hay agresión no hace falta defensa. Recuerda la máxima latina "homo homini lupus".
En fín, me estoy extendiendo demasiado. Sólo unas preguntas ¿conseguirá la victoria del mundial dar trabajo a los cuatro millones seiscientos mil parados?, ¿eliminará el déficit público?, ¿terminará con el fracaso escolar?, ¿se acabará con el consumo de alcohol y droga como algo normal por parte de nuestros jóvenes?, ¿borrará para siempre los gurteles y los millets?, ¿hará que los políticos, sean del color que sean, trabajen honestamente para el bien de su páís y no para el de sus bolsillos?, ¿etc, etc, etc, .....
Mientras eso no lo solucione la competición, me niego a ser considerado patriota bajo esos parámetros, y no daré saltos de alegría porque alguien que ha nacido cerca de mi gane algo y no me sentiré representado por nadie que yo no haya elegido como mi representante.
Nada más desearte y también a todos los lectores del blog un feliz verano y que a la vuelta de vacaciones podamos seguir leyéndonos.