martes, 17 de agosto de 2010

CONDUCIDOS, ADUCIDOS, SEDUCIDOS Y QUEBRADOS POR LA MULTINACIONAL

Cuando en  casa quedaron espacios y decidimos adaptar una habitación a las nuevas necesidades nos topamos con que el carpintero de toda la vida había desaparecido, los talleres donde se pisaba el serrín, se amontonaban las virutas y olía a cola quedaron en la retina de los nostálgicos. Las adaptaciones que buscamos son imposibles, los trabajos donde el ingenio y la habilidad son fundamentales parecen tener un lenguaje incomprensible.

Y uno sin quererlo se traslada a los tiempos en que de nada se hacían milagros y los milagros se hacían habituales, el ingenio se tenía por un don natural que sólo unos pocos solían cultivar y en estas cavilaciones me encontraba cuando por simple asociación de ideas me acordé de mi tío Fortunato, que apañaba la puerta de un armario para incorporarle un espejo o se ponía a construir el armario mismo, descubrió que la cama turca podía ser plegable, que las luces podían ser indirectas con una simple pantalla difusora previamente reciclada, que la bicicletas podían llevar varios asientos donde acomodar a los niños con barandillas, gutapercha y cadena de seguridad incluida, que la mesa del comedor podía ser infinita y que hasta se podía montar una granja en un edificio de la Salamanca mas monumental sin que nadie se enterase. Mi tío “Fortuna” se habría reído de mis tribulaciones, después de escucharme habría esbozado su media sonrisa y una vez cubierto con su guardapolvo azul sobre la camiseta de tirantes habría desaparecido hacia su tallercito y con la lengua asomando por la comisura de los labios, serrucho en mano y lapicero en la oreja, se habría reído del mundo hasta dar forma a las ideas.

He tenido sensación de agobio circulando por los pasillos de la multinacional a la que he tenido que acudir para conseguir algo parecido a lo que tenía pensado; me ha dado la sensación de estar paseando por las Ramblas en horas punta; me he dado cuenta de que lo que para mí es una excepción para la gran mayoría y sobre todo para la gente joven es lo habitual; los que antes recurrían al taller o a la tienda del barrio ahora se desplazan por sistema a las grandes superficies. El comercio tradicional está desapareciendo, las firmas internacionales precipitan su desaparición y todo el mundo vende la idea de que esto es el futuro. Pienso que estamos matando la gallina de los huevos de oro y sin darnos cuenta dependeremos tanto de estas macro-empresas que será muy difícil salirnos del carril que nos tienen marcado, y mientras tanto estaremos pagando en impuestos lo que nos hacen creer que ahorramos al acudir a sus ofertas, porque no hay otra manera de que los aprendices, oficiales, y dependientes que entre todos dejamos en la calle puedan salir adelante si no es cobrando el subsidio por desempleo.  El día que  la ruleta del paro se detenga en nuestra casilla lamentaremos que tampoco haya nadie que se oponga a la multinacional de turno porque todos seguirán  considerando que eso es el futuro.

Mientras tanto cientos de pequeños establecimientos siguen cerrando sus puertas, miles de puestos de trabajo siguen desapareciendo y los grandes magnates siguen imaginado laberintos cada vez más estrechos por los que nos harán pasar por falta de otras alternativas y lo más lamentable es que nadie pone freno a este canibalismo del que participan como siempre grandes fortunas domiciliadas en limbos fiscales. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona