No es de ahora, la tradición del marrano de San Antón nos llega desde el siglo XV en la baja edad media cuando los pueblos de la sierra salmantina acogieron a familias judías arrepentidas que huyendo de la inquisición recalaron en aquellos parajes al amparo de su aislamiento geográfico y sobre todo cultural.
El Santo Oficio les seguía los pasos y para despejar cualquier duda sobre sus creencias y dejar claro su arrepentimiento decidieron hacerse con un garrapín que deambulara de casa en casa dando pie con ello a tener a sus propietarios como personas de buen fiar y de mejor parecer puesto que dejaban a la buena predisposición del pueblo la atención de aquel garrapo que pasados unos meses sería entregado a los más pobres del lugar para saciar hambres y desnutrición.
Yo no sé si las matanzas populares arrancaron de esa costumbre ni tampoco si los albercanos fueron los primeros chacineros de la historia pero no deja de ser curioso que esté demostrado documentalmente que la tradición del marrano de San Antón nos llegue de la mano de la religión judía poco amigos de este animal del se escandalizan con solo mencionarlo y al que no tocan por ser animal impuro.
Me asalta la duda si los muy inteligentes judíos no adoptaron la forma de criar el cerdo en libertad para evitar con ello el tener que tocarlo y evitarse incluso darle cobijo ya que el cochino en cuestión dormía a la intemperie o al abrigo de cualquier chamizo haciendo que las gentes del lugar se sintieran responsables de manera acomunada y ellos a salvo de las represalias del Santo Oficio sin necesidad de renunciar a su religión ni contravenir sus creencias.
El marrano de San Antón se sigue manteniendo y alimentando de la forma tradicional en muchos pueblos de la provincia, sus beneficios ahora suelen dedicarse para el mantenimiento de la iglesia del pueblo o al culto del protector de los animales y no son pocos los festejos que gracias a este acontecimiento se siguen manteniendo a través del tiempo.
Fuera como fuera la matanza tradicional ha llegado hasta nuestros días y tan arraigada en nuestros pueblos y en nuestras costumbres como la recordada buena mano que para el pimentón o el frio lavando tripas.
Los castellanos y leoneses la celebraremos también en Barcelona sin reparar si mora o cristiana y al amparo de esta tradición nos reuniremos el próximo domingo 30 de Enero, en medio de la algarabía propia del caso y dispuestos un año más a dar cuenta de buena parte del finado en muestras y probaduras dejando para el adobo las partes más suculentas que darán pie a un nuevo encuentro. Los humos, la camaradería y el porrón hacen el resto sin reparar en raza o religión y es que del cerdo se aprovecha todo, hasta los recuerdos.
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