Estamos asistiendo a una nueva configuración mundial, donde no sólo los pueblos árabes intentan librarse de sus dictaduras sino que con ellos nos jugamos una parte de nuestro futuro. La nueva situación dará paso a un reparto más igualitario de riqueza y la consecución de mejoras sociales, las distintas democracias aportarán un cambio radical de tendencias donde las corrientes migratorias y los intereses especulativos impondrán un nuevo orden y unas nuevas prioridades.
La falta de infraestructuras, la carencia de bienes de equipo y el esperado aumento del bienestar social convierten a estos países en un pastel goloso y deseado para las grandes multinacionales que tendrán en la nueva situación la puerta de emergencia que salve sus balances y les permita iniciar el ciclo que aquí cerraron hace años.
La corriente emigratoria cambiará de tendencia, muchos de nuestros vecinos emigrantes retornarán a sus países y muy posiblemente muchos españolitos arreglaran sus papeles para poder trabajar como “chinos” en el país de “Los moros”, una situación hasta ahora impensable que adquirirá carta de naturaleza con el respaldo de sus yacimientos de petróleo y el control del canal de Suez.
Las concentraciones multitudinarias, la fuerza moral que les mantuvo unidos y la encomiable actuación del ejército nos hacen pensar en un proceso democrático irreversible, si esto fuera así los cambios en estas naciones pueden ser tan determinantes como capaces de romper la supremacía de Occidente. El equilibrio de las pirámides parece romperse, los tiempos de los grandes faraones ha quedado atrás, los criptogramas de sus antepasados han sido sustituidos por la informática y han convertido Internet en el arma más poderosa donde no caben barreras ni censura de información; el pueblo llano tomó la iniciativa, el pueblo una vez más demostró estar más preparado de lo que se suponía, el pueblo una vez más estuvo por encima de sus dirigentes. Esperemos que este pueblo no se deje embaucar por los cantos de sirena de las grandes campañas consumistas y por supuesto sigamos escuchando el silencio de las armas y que el acero de sus tanques siga convertido en púlpitos por sus ciudadanos.
El enigma de las pirámides no estaba en sus entrañas, estaba en su pueblo.
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