Como ustedes saben hay momentos en la vida en los que las sorpresas surgen y cuando éstas sobrepasan el sentido común dejan de ser sorpresas y toma el nombre de tomadura de pelo o en este caso timo del recluta.
Uno que en su deambular por la vida sirvió a la patria durante dos años para lo cual dejó trabajo y hacienda en manos de terceros, acudió a la despensa de casa para sustituir rancho cuartelero y se sometió sin rechistar a órdenes muchas veces caprichosas y no pocas esperpénticas atemorizado siempre por el código militar imperante, daba por bueno el tiempo pasado por inevitable pero siempre con la sensación de injusticia ya que las familias de mayores recursos los hijos universitarios podían cumplir el servicio militar durante los veranos con el grado de suboficiales y cobrando un dinerito que salía del bolsillo de todos nosotros.
De todo esto se produjo un agujero en la economía familiar que nadie ha compensado y se suspendieron proyectos que nadie reclama; pero hete aquí que alguien me sopla al oído que la patria es justa y si bien no cotizó ni te asignó sueldo en ese tiempo quiere compensarte admitiendo el tiempo de mili como periodo activo a la hora de la jubilación y ahí me tienes, soldadito español del cuerpo de aviación y destinado en Matacán, provincia de Salamanca, camino de Capitanía General, con mis legajos bajo el brazo dispuesto a perdonar a la patria que tan dignamente defendimos porque al fin se acordaba de los soldaditos de reemplazo aunque sólo fuera para darnos una limosna.
No sé si me cuadré o no delante del oficial que me atendió, mi sonrisa debía ser de las de los días de permiso, de las de rebaje de servicio o de pase de pernocta, el caso es que el subteniente Garrigosa correcto y amable me hizo sentar, cosa imposible en otro tiempo, escuchó mis aspiraciones, entendió mis razones y con la misma sonrisa trató de hacerme ver que la patria aun siendo nuestra madre no nos trata a todos por igual, que tiene sus hijos predilectos entre los que yo no me contaba y que para más inri el tiempo de mili me hubiera valido para prejubilarme pero no para cubrir los tiempos no cotizados en otro periodo.
Así que allí me tienen ustedes cabizbajo, macilento y tornadizo acordándome de aquellos objetores de conciencia a los que no les hicieron perder dos años de su vida en beneficio de esta comunidad que ahora nos castiga por haberla servido y se recrea en la suerte por haber cumplido honestamente la edad de jubilación.
Al salir de Capitanía comencé a entender la fecundación in vitro.
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