No es lo mismo que a uno le visite la gripe cuando está
jubilado que cuando está en activo. El jubilado no tiene prisa en ser curado,
no le apremian obligaciones pecuniarias y es relegado a la condición de
cuarentena sin demasiadas contemplaciones, la voz ahogada ahora por la gripe
parece emitida además con sordina para todo el que te rodea y un inoportuno
estornudo puede desencadenar una serie de órdenes que de tenerlas que ejecutar
todas juntas según se te manda sería para darte un premio a la eficacia.
Uno en este caso busca consuelo en su media naranja y trata
de recordarle los muchos años que llevan viviendo juntos, lo mal que se vería
de tener que seguir sola por la vida y de lo poquito que me quejo para lo
malito que estoy y con este ronroneo y a la primera sugerencia de la consorte te
ves reconfortado en el lecho, arropadito con el embozo subido hasta las orejas ,
el vasito con el agua en la mesita para disolver la monodosis del preparado de
rigor y el zumito de naranja bien azucarado, después pides que te entornen de la ventana para dejar en penumbra la
habitación y a partir de aquí te invade una somnolencia que ya no obedece al día
ni a la noche y cuando estás allí encogidito
como pájaro en su nido aceptas que te mimen y que te consuelen mientras escucha
en el pasillo un siseo reclamando un silencio que te hace protagonista y centro
de atención de toda la familia.
Uno llega a pensar que aquello es vida y hay que explotarlo que
nada mejor que una gripe para sentirse querido, pues no en vano todo el mundo
da consejos intentando anticiparse a las posibles complicaciones y aquella
manera tan insistente y machacona de comprobar el estado de la temperatura por
parte de tu mujer te hace pensar que efectivamente estás mucho más pachucho que
lo que tú te crees y con la fecha de caducidad a punto de expirar.
Bueno pues todo esto me lo he pensado pero no me ha valido,
la maestresa no se ha creído mi endeblez ni me ha visto tan pachucho como yo
creía, se ha limitado a desempolvar la caja de los medicamentos y ahí me tienen
ustedes como pato para foie-gras echando por el gaznate todo lo que me echen
sin que a nadie haya podido dar la lastima suficiente como para que me lleven a
la cama con plumón y manta eléctrica y por mucho que he insistido nadie me toma
la temperatura, nadie me consuela en mis
últimos estertores y nadie reclama silencio para respetar mi dolor. ¿Sera que
no estoy tan mayor?
ESTO DE
LA GRIPE YA
NO ES LO QUE ERA
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