domingo, 22 de enero de 2012

EL COMERCIO CENTENARIO EN SALAMANCA



Cuando el museo del comercio de Salamanca puso en circulación sus cuadernillos los románticos que vamos a ella buscando nuestros recuerdos entre restos de algo y vestigios de nada encontramos en su contenido la fe de vida de nuestra propia experiencia.

Las historias recogidas son la vida misma de los arrapiezos que por la Salamanca del siglo pasado pululamos de comercio en comercio buscando nuestro hueco en la vida en el que echar raíces y enderezar lo que pomposamente llamaban futuro; rascar sus fachadas es descubrir dinastías trabajadoras con bolsa comunitaria, vivienda en la trastienda y horario permanente como única manera de salir adelante haciendo del negocio fundamento de su vida. Nada ni nadie parecía echar de menos domingos ni días de fiesta,  pensar en unas horas de asueto a la semana se entendía como cosa ciertamente degradante y cercana a la vaganteria tanto que  cuando se empezó a  festejar por obligación el primero de Mayo el descalabro pareció a todas luces insuperable.

Consta en estos cuadernillos que a  los dependientes se les contrataba sin más obligación que darles techo y comida quedando documentado como habitual  que dormían debajo del mostrador de la tienda o entre los sacos del grano apañados como jergón o rejuntando las mantas de las caballerías destinadas al acarreo.

Estas verdades del pasado escritas y documentadas gráficamente por el museo del comercio  nos hubieran parecido verdaderos atropellos de los derechos de los trabajadores hace unos años, cuando la jornada Inglesa era innegociable, las vacaciones, fundamentales para seguir viviendo, y los días de fiesta propicios acueductos para recuperar fuerzas en detrimento de la productividad.

Ahora el comercio retornó abrir también los domingos, la seguridad social está en precario, los trabajadores piden hacerlo sin discutir condiciones, las fiestas quedan en suspenso, las horas extras se consideran jornada laboral,  la jubilación se deja en entredicho y el trabajar donde se pueda es norma habitual sin hacer ascos a pesar currículo.

¿Qué ha pasado en este tiempo? ¿Cómo es posible que se cierre el círculo en el mismo punto donde terminó hace tantos años? ¿Dónde está el progreso? ¿A  esto llamábamos futuro? ¿Quién manejó el espejismo con tanta habilidad? ¿Cómo es posible que a tantos nos engañaran tan pocos? ¿Somos tan irracionales que no pensamos por cuenta propia?

Antaño todo se achacaba a la falta de preparación, al bajísimo nivel cultural que padecía una población semi analfabeta casi siempre emigrada del campo a la ciudad como única manera de escapar de la miseria y la pobreza y que una vez instalados se volcaron en que sus hijos fueran a la universidad tuvieran estudios y pudieran “valerse por sí mismos “y sobre todo no tuvieran que depender del “amo” que había dominado a sus mayores abusando de su poder económico.

Pero ahora resulta que esos hijos universitarios y mejor preparados también sucumbieron ante el amo quizá más sofisticado pero amo al fin y al cabo que se escudó detrás de la ventanilla bancaria para firmar una  célula de dependencia en forma de préstamo que los hizo dependientes de por vida. El círculo se cierra; en cien años no hemos aprendido nada.

ANTES SE TRABAJABA POR LA COMIDA, AHORA SE TRABAJA PARA ENCONTRARLA.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona