Andábamos
en que nada mas propio que los remedios de
la abuela para enderezar mi resfriado mientras intentábamos apañar una rama de eucalipto que
a mano nos venía; mas no alcanzara mi
persona a dar en ella ni mis muchos saltos conseguían alcanzar a la muy
remilgosa que a fuerza de intentarlo parecía haber aprendido a escapárseme
entre los dedos, embarcado en el empeño hice de conseguirlo empresa propia y apilando piedras y peñascos pude encaramarme a ella, bien es verdad que con
más dificultad que grumete a barlovento y púseme a horcajas sobre la rama cual
jinete en caballo de fotógrafo sin
pensar pobre de mí en cómo había de bajar, pues bien entendí en ese momento que la edad es la
que es y la agilidad y la destreza
restan cuando el calendario suma.
Clamaba
yo ayuda como alma en trance de separarse del espíritu pero los que conmigo
estaban tomábanlo a chanza y jolgorio y no daban en mi si no para refocilarse de
mi precaria situación que mas pareciera mono de feria o macaco en parque público
que setentón en apuros en trance de desplomarse.
Más
bien caí que me desasí de la rama hasta el punto de tatuarme la cara de tal
manera que bien valiera como Cristo de pasión en sesión de tarde y noche y
aunque quise andar listo una vez llegado al suelo tenia las nalgas tan
escocidas que pareciera buscar silla por la forma puesta, en ese punto acudieron en mi ayuda personas de buena intención
mas de poca vocación y sujetaronme con tan poca maña que de mi brazo se
hicieron dueños cual asa de puchero de alfarero olvidando que el resto de no
auparse viene a la rastra.
De
esta guisa llegamos justo para encandilar una buena olla en la que
introdujimos las hojas del mal hallado
eucalipto y aquí me tienen cual fantasma bajo sabana intentando no perder vaho
ni aroma que de la cocción pueda producirse que no en vano el precio pagado no
fue barato pues aparte de mancillamiento gastamos en emplastos hilas y
esparadrapos mas botica que galeno Sayagués pudiera recetar y ahora cuando en valor
alguien cifra el remedio bien he de decir que la botica de la abuela tiene
riesgo que si no del tratamiento bien lo tiene en su consecución que la desmaña
es de regalo y la torpeza su envoltorio.
Y
si bien es verdad que el gorgoriteo ha desaparecido a las tres posturas de los
vahos no lo han sido así las escoceduras que por serlo a la vista y por lo
forzado de mis gestos propician preguntas a las que he de buscar explicaciones que en modo alguno se
atengan a la verdad pues temo que con ello alguien me quiera aplicar otra
receta de la abuela y por ahí sí que no paso presintiendo que el remedio se me
cobre en estragos lo que en botica me ahorre de gastar y más vale no tentar al
diablo que los so rastrones siempre fueron medallas de chiquillería y galones
de intrepidez mas el trance que ahora explico demuestra bien a las claras que a
mis setenta talegos yo perdí la sensatez.
SI PADECES
DEL PESCUEZO… ENTRE VAHOS METE EL
CUEZO
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