Entre cohetes y petardos el nido de mi balcón ha
sobrevivido, no sé si los pajarillos han sido conscientes de su precaria
situación pero les aseguro que estos días se han movido menos; se han
acurrucado debajo de sus padres hasta casi desaparecer y ni siquiera han
reclamado su ración diaria de insectos y semillas, las verbenas de San Juan han
sido para ellos una penitencia pero también un entrenamiento para lo que les
espera en la vida adulta; aparte del fragor de los petardos y los constantes
sobresaltos originados por la chiquillería han visto como sus padres los han
defendido una y mil veces de los continuos asaltos del gato de la barriada y
con tanto ardor que el pobre felino al final desistió del ataque contra el nido
que suponía indefenso y fácil objetivo de sus garras, los vuelos rasantes de
sus padres no solo ahuyentaron al felino
si no que hubo de batirse en retirada ante la contundencia y amenaza de sus
afilados picos.
Hoy los pajarillos han comido
tranquilos, sus padres los empapuzaron hasta dejarlos repletos como morcillas y
cuando la noche se ha echado sobre la ciudad han iniciado su turno de guardia
con la seguridad de haber cumplido con su deber afrontando la mala temporada con valentía consiguiendo salir
victoriosos y fortalecidos de las dificultades.
Esta historia tan real como os la
cuento me ha hecho pensar dónde está el límite de la resistencia y la
adaptación de los españoles ante la crisis que estamos padeciendo cuando además
de una cifra imposibles de parados, se anuncian subidas de IVA en los alimentos
básicos, copago por receta, rebaja de sueldos, aumentos de servicios básicos
como el agua, electricidad y carburantes, se nos dice que los intereses de la
deuda Española están por las nubes que la Unión Europea nos presta un dinero que nos convertirá en sus esclavos durante no sé cuantos años y
que en definitiva no habrá agujeros suficientes en nuestro cinturón para
apretarnos tanto como vamos a necesitar, el panorama desde luego no es más
esperanzador que el de los pajarillos de mi balcón, lo que ya es impensable es
si las mesas europeas arrojarán tantas
migas de pan como nos dicen serán necesarias para mantener tantos nidos
españoles.
Algo me recuerda la figura del
Sustanciero que nos contaba mi abuela; aquel individuo que aparecía por el
pueblo de vez en cuando con unos más que resecos huesos de jamón y siendo
previamente anunciado por el aguacil de turno se ofrecía por una módica
cantidad a pasar casa por casa para dejar cocer dentro de las ollas aquellos
pernicotes de jamón que mas que sustancia dejaban miseria hasta el punto que la
cuerda que lo sustentaba llegó a ser motivo de discusión por que se decía que
empapaba más que aportaba de lo que resultaba una merma considerable en el
condumio familiar y una colación extra para el sustanciador.
Bien es verdad que mi pobre
abuela ponía especial gracejo en contar como entretener por más tiempo del
contratado aquel engrasador de pucheros ajenos pero es bien cierto que este
oficio hoy desaparecido reflejaba muy a las claras la penuria de aquellos tiempos
y la astucia y el instinto de supervivencia de la que siempre hicimos gala.
Dios quiera que no la necesitemos
SI EL SUSTANCIERO NO LLEGA LE
SALDREMOS AL CAMINO
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