sábado, 1 de septiembre de 2012

DEBO SER MUY MAYOR



Yo que rebusco siempre  por la Salamanca antigua husmeando rincones,  visitando librerías de viejo y dejando a mis hermanos la casa descalabrada de recuerdos y trebejos cuando arribo a mi hogar en Barcelona es como si llegara el chamarilero; mi casa parece una almoneda y mi sitio de trabajo el zoco de Tetuán en versión castellana. Todo me vale, todo me recuerda todo lo quiero y hasta piedras de cada lugar que visito transporto en mi coche para incrustarlas en el pequeño jardín que cuida mi mujer; según mis hermanos soy un caso perdido.

Pero de este viaje vengo con las alforjas llenas no solo de piedras bastones  libros y utensilios varios si no por comprobar que  mi pequeño rincón de rarezas no  es tal, lo que  tengo en mí casa una reproducción a escala del Museo del Comercio de Salamanca.

Miren ustedes que cosas; yo: El terror de las alacenas familiares, El Eric el Belga en versión Catalana, El escudriñador de librerías de viejo, El harrepañador   de trincheros y desvanes he conseguido sin saberlo montar mi propio museo sin que tuviera constancia de serlo.

La visita al museo del comercio de Salamanca me ha dejado desencuadernado, me he buscado en la reconstrucción de los comercios allí representados sobre todo en los de los alrededores de la plaza mayor, he reconocido rincones hoy desaparecidos, casi he percibido el agradable olor que desprendía la tienda de ultramarinos de Fausto Oria o  de la de Graciliano Pérez escuché  la algarabía de las chicas que venían a la academia de Pablo Garcia vi. vi. vi….y  me vieron. Los ojos de la chica del anuncio del anís de mono a la que tantos mamporros sacudí cuando formaba parte de la fachada del “Plus”, pareció guiñarme un ojo como invitándome a que me agarrara a los flecos de su mantón para entrar a formar parte de la historia. ¿Tan viejo soy? ¿Será por eso que lo acaparo todo? o ¿soy yo el acaparado dentro de mis recuerdos?

Una vez asentados mis reales ya no sé si debo abrir al público mi casa o mejor cedo al museo básculas, balanzas, carteles, fetiches, relojes  y aperos a los que según mi mujer ni siquiera quito el polvo pero de los que no me desprendo por que forman parte de mi vida, o… quizá el museo soy yo mismo pero aun no me he dado cuenta…

LAS ARRUGAS Y LOS RECUERDOS SON EL CODIGO DE BARRAS DE LA EXISTENCIA

1 comentario:

  1. Buenas tardes, le escribo desde el periódico salmantino DGratis. Nos gustaría contactar con usted. Este es nuestra dirección: redaccion@dgratisdigital.com

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona