jueves, 6 de junio de 2013

DEJENME QUE LES CUENTE

La historia fue ayer y es también  la historia de un ayer, el día esplendido la calle cortada al tráfico y cientos de sillas copando el asfalto, fiesta del barrio en un barrio, escenario, megafonía,  decoración y gente vestida para la ocasión con voluntarios descamisados haciendo de la improvisación su sistema, rótulos banderolas y  flamantes pérgolas improvisadas dan amparo  al mercado del trueque y manualidades, la mañana transcurre según lo previsto la gente disfruta paseando arriba y abajo y los vecinos mas voluntariosos aparecen lastrados por el peso y el paso de las horas,  el día no ha hecho más que empezar, bailes y actuaciones en medio del asfalto, muestras de artesanía y habilidades se apoderan de las aceras mientras  un desfile continuado de visitantes acude al improvisado coliseo alertados por la música y el jolgorio.

Tras la pausa del medio día la tarde impone un nuevo reto cerca de quinientas bocas esperan bocadillos de pan con tomate y jamón recién hechos; más de 150 barras de pan se apilan en la cocina, el grupo arremete con contra aquella pirámide; en menos de dos horas el pan reconvertido en bocata debe estar en la calle, la trituradora del tomate se ha declarado en huelga de brazo caído,  su motor pidió la jubilación lo que implica un retraso importante y el tiempo añadido al tener que destripar los tomates a mano duplica el esfuerzo pero el empeño es más fuerte y la voluntad se nos da por añadidura.

 Hay quien tira de habilidad abriendo barras en canal, otros trocean intentando conseguir tres secciones iguales,  quien impregna el pan con tomate pide más celeridad en el suministro, el surtido de jamón no acierta a ser ecuánime y en la sección de embalaje observa que las servilletas que se incluyen en cada bocata llegarán muy justas pero al final los bocadillos envueltos en su papel de aluminio hacen que la presentación resulte un regalo para la vista.

Es la hora justa las cinco y media los bocadillos están en la calle la gente se arremolina para canjear su tique y el grupo de amigos en un último y casi postrero esfuerzo nos felicitamos no solo por haberlo conseguido si no por la sincronización de que hemos hecho gala.

Los ocasionales parroquianos nos agradecen el esfuerzo mientras nosotros cansados y ya sentados en un rincón recuperamos fuerzas, veo a mis compañeros y supongo que a mí mismo cansados pero felices el espíritu de colaboración ha sido el motor de esta aventura y ahí hemos puesto la mejor e las voluntades vivir este esfuerzo y conocer gente así mereció la pena.  

Sin quererlo los recuerdos vuelan y quitándome años de encima me veo en otro escenario en otra calle y con otros niños.

Un bocadillo de tres metros la máxima longitud del horno de la panadería del barrio, compuesto por los más variados productos donados por los vecinos a cambio de pintorescos y divertidos regalos, la mezcla de atunes con garbanzos cocidos pepinillos  patatas crudas anchoas y hasta alguna guindilla se acomodan entre el pan para que dos equipos de chicos compitan entre sí arremetiendo contra el bocata atacandolo cada uno por un extremo; el premio será para el  equipo que llegue a comerse el centro del bocadillo marcado con una bandera, no se permite  desperdiciar un solo bocado bajo pena de ser descalificado y no se admiten injerencias de extraños si no es para el exclusivo suministro de agua a los competidores.

Los chavales atacan con saña; las primeras dentelladas son pantagruélicas hasta el punto que más de uno deja el diente que en principio estaba destinado al ratón Pérez, pero poco a poco los estómagos están artos y el engullimiento se convierte en un ejercicio de patos en cebadero, el aumento que sobre la marcha hemos añadido al importe del premio les aporta nuevos bríos pero ya los últimos bocados se ralentizan; apenas queda medio metro de bocata pero son los veinticinco centímetros que cada equipo sufre como una maratón interminable, en los dos bandos hacen esfuerzos un nuevo aumento del regalo  les congestiona aun mas pero ni los saltos por bajar lo consumido ni los buches de agua ayudan mucho a terminar la prueba, el publico los jalea el auditorio entona consignas de lucha y todos a una comenzamos una cuenta atrás queriendo empujarlos a un último esfuerzo, uno y otro bando redoblan energías y entre trago de agua y ansia de premio desgastan en diminutas dentelladlas lo que en principio hubiera sido un mero trámite, por fin alguien se engulle el último bocado enarbolando la bandera como quien corona el Everest, la prueba ha terminado las risas y los aplausos cierran la aventura.

 Aquel dichoso bocadillo de casi tres metros fue la prueba más esperada en las fiestas de un populoso barrio de Barcelona y lo que comenzó como parte de una improvisada guincama juvenil adquirió tal notoriedad que terminó siendo el eje principal de los festejos en un tiempo en que la televisión era en blanco y negro, no existían las consolas y las cadenas de hamburguesería estaban por llegar.

Cuando hoy he visto a mis compañeros  he querido ver en ellos a los entonces chavales que siendo ahora ya padres me siguen reconociendo  por la calle y recuerdan aquellas fiestas como irrepetibles de las que según ellos guardan el mejor de los recuerdos.

Hoy día no podría celebrarse  la fiesta de aquel bocadillo; las dentelladlas hoy serian prohibidas por miedo al sida y otras enfermedades, la vida ha cambiado tanto la partitura que  los mismos instrumentos suenan de distinta forma.



 EL ESPEJO DE LA VIDA A VECES DISTORSIONA EL PASADO 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona