Nariz colorada y el cara blanca
Trapecios y fieras; la carpa se alza
Mientras un chiquillo se cuela y arrastra
Buscando entre lonas su sueño de infancia
Casetas de feria en la Avenida de Portugal |
Cuando me encuentro delante de un circo algo
entrañable lo hace familiar y cercano, el mundo del circo es intemporal y
mágico la gran lona que lo cubre es como el caparazón de una gran tortuga donde
el tiempo se hubiera congelado o hubiera transcurrido tan lentamente que ni siquiera a los payasos les hubiera dado tiempo a lavarse la cara ni
al jefe de pista le hubieran permitido despojarse de su relumbrante atavío. La
llegada del circo a Salamanca señalaba
el principio de las grandes fiestas, la ciudad toda se cubría de
inmensos cartelones donde Pinito del Oro mantenía un equilibrio imposible y a
su lado los hermanos Tonetti sonreían congelando una mueca que solo la
intemperie podía deshacer, nada era igual sin el circo su rosario de bombillas
multicolores acordonaban el espacio donde la ilusión asentaba sus reales y los redobles
de tambor remarcaban el más difícil todavía , los chiquillos desde la calle
intuíamos los aconteceres de la pista mientras subidos a las vallas esperábamos
el paso de las fieras desde las jaulas hacia
el interior para después imaginando aventuras del guerrero del antifaz, del capitán Trueno o de Roberto Alcázar y Piedrín
llegár en un alarde de imaginación a luchar contra todo y contra todos hasta
que en el último instante salvábamos a una
Ingrid enamorada cuando ya un sangriento
león amenazaba su cuello.
Circo en la Calle Prior |
Las fiestas de San Juan llegan
ahora a esta Salamanca granítica y acartonada pero seguro que muy pocos recuerdan que junto a la
plaza mayor en la mismísima calle Iscar Peira esquina Prior también se instaló
el circo, ese circo que era el marco de entrada a una ciudad en fiestas donde
la clase acomodada se divertía en el casino o en el campo de tiro jugando a nombrar
reinas y ha ser jinetes y las corridas de toros hacían de la ciudad el imán
perfecto para que toda la provincia se vaciara en ella. La chiquillería nos
conformábamos con el padre Lucas y la Lechera cabezudos entre otros muchos a
los que hacer correr de mentirijillas mientras escapábamos del vergajo y el mamporro o vivíamos las
fiestas entre el eterno rugir de las sirenas del tio vivo, la noria gigante o la tómbola de regalo
seguro donde la cantinela del vocinglero de turno nos ponía en el dilema de invertir
unas pesetas haciendo que la inversión fuera una cuestión de cálculo.
Hoy me he topado con el circo,
estaba ahí seguro, estático, imperecedero; el mismo carromato, la misma lona,
los mismos acróbatas, un hombre anuncio entrega invitaciones y muchos de los
niños que le rodean acudirán a su llamada
no serán los mismos niños de mi
infancia pero si tendrán la misma ilusión, pero hay un niño que nunca verá
realizado su sueño nunca verá su cara tiznada de blanco ni podrá usar aquellos
enormes zapatones de los grandes payasos pero al que nadie le robará la
entrañable sensación de ser uno más de aquellos seres que visitaban su ciudad
cada año y le hacían sentir con los redobles de tambor que estaba en la
antesala del más difícil todavía.
LA LONA DEL CIRCO ES EL
PARAGUAS DE ILUSIÓN QUE NOS PROTEGE DEL CIRCO REAL
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