Los
libros son como los dientes unos los regalas por devoción y otros los prestas
por obligación y en este último caso te cuesta tanto como si te arrancaran la
muela del juicio porque sabes que esa muela no retornará, luego hay otros libros que también son como dientes
pero de leche porque al cabo del tiempo vuelven a su lugar como nuevos y sin
ninguna duda, luego están los postizos que son los que por reimplantarte uno te
descabalgan dos y a si tu estantería está siempre como de prestado porque los incisivos
no son tuyos y temes desportillarlos o lo que es peor los recibes
descangallados y tienes que retornarlos como nuevos y así el trajín que me traigo no lo
envidiaría ni chamarilero de Astorga en días de mercado.
Pero
hoy no me refiero a esos libros tan tuyos como calzón pulguero en armario de
cuatro cuerpos que mantienes en casa por el placer de tenerlo aun sabiendo que
no lo necesitas pero del que no te desprendes por las sensaciones que se esconden
en sus costuras.
Hoy
estoy más por la limpieza de aquellos libros que fueron novedosos en su día y
una vez leídos o consultados pierden actualidad
o carecen de valor literario y salvas de
la hoguera una y otra vez por el instinto de conservadurismo del que haces gala
pero del que desgraciadamente también eres victima aunque no quieras
reconocerlo.
Hace
poco encontré para alivio de mi conciencia el camino para que estos libros
tengan una segunda vida, se trata de una ONG que los envía a muchas partes del
mundo de habla hispana; allí me he
dirigido y hasta he podido curiosear entre otros libros ya depositados, en
muchos de ellos he leído dedicatorias de afecto, deseos de felices aniversarios
o requiebros de amor que nadie sabe si alguna vez fue correspondido, pero
también hay dedicatorias que hablan de arraigo,
de ilusión y de proyectos de futuro, son los libros que debieron viajar
en las maletas de la emigración, libros de pueblos muy concretos perdidos en
mapas de esa España imposible, libros estrujados que destilan costumbres
haceres y desaceres de espacios ya perdidos, libros en definitiva de gente que
dejó de vivirlos en presente para embarcarse en singladuras de futuro pero de
los que nunca sabremos si en el puerto al que arribaron encontraron su ilusión.
Yo
he decidido incluir en los que entrego a esta ONG la dirección de mi correo
electrónico, serán como botellas de papel viajando en un océano sin rumbo con un
mensaje en su interior; no sé a qué puerto llegarán o en que arena de playa
encontrarán su amerizaje, solo espero que
aquellos mis queridos libros sigan teniendo vida en otras vidas y en otras
latitudes y si alguien contestara a mi mensaje sabré que al otro lado un hasta
ahora desconocido entroncó con mi biografía injertando en la suya las hojas de mi
árbol de papel.
LA COPA
DEL ARBOL PROTEGE LA RAIZ PARA SEGUIR SIENDO ARBOL
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