sábado, 29 de junio de 2013

Final de curso

 No puede ser mala cosa esto de andar de mesa en mesa atacando viandas propias y ajenas que lejos de preocuparse por tu línea te ponen en el brete de aplazar para después del verano aquel régimen que siempre propones pero nunca comienzas y así claro no hay faja que comprima ni gato que deje espina es que cuando el encuentro se convierte en un canto a la amistad  las barreras desaparecen, las gargantas se aflojan,  la emotividad aflora sin barreras y solo cuando el cinturón se encoge por una regla no escrita que dice que en tonel de media cuarta no ha de caber la cuarta entera o que en tiempos de San Juan ni se agotan las bodegas ni el molino da hecho pan; pones sordina  tus excesos ahogando los remordimientos en el recuerdo de los buenos momentos pasados entre los amigos con los que te embarcaste en la aventura de alegrar tu entorno para que hacerlo más humano.


Y es que esto de los finales de curso tiene algo de evaluación y no poco de reafirmación pero sobre todo tienen el poder de fortalecer una idea o reafirmarte en intereses que siendo comunes y próximos aparecen lejanos en nuestra vida ordinaria.

En los colegios estos días también están de final de curso entregando las notas que resultaron de las tablas de medir conocimientos pero nadie inventó la tabla de medir el compromiso social ni la del sentido de la amistad, nadie parece comprometido en inculcar que el prójimo no está tan lejos y que la esquina de la exclusión no es patrimonio de nadie pero el solar en que está edificada si es compromiso de todos, tampoco darán notas que midan el criterio personal sin tener que seguir modas ni estereotipos impostados ni la asignatura del valor relativo del dinero cuando este excede a las propias necesidades.

El colegio de la vida es otra cosa, los títulos se evalúan constantemente, las asignaturas cambian cada día y los objetivos son tan dispares que desgraciadamente nunca puedes dar por terminado un curso  cuyo final está por escribir.


LAS ESCUELAS DE NEGOCIOS REPARTEN TITULOS ANTINOBLEZA

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona