miércoles, 10 de julio de 2013

UN NEARDENTAL EN LA CORTE DEL REY JUAN CARLOS

Tengo las coordenadas cambiadas y una mala inquina que no me aguanto, resulta que por aquellas cosas de la modernidad alguien ha decidido que yo cambie de teléfono por eso de que la oferta es irresistible, el precio inmejorable y la ocasión irrepetible, total que aquí me tienen con un cacharro de última generación tan de última que debe estar recién salido del horno o yo mas pasado que tamboril en boda.

Si le digo que suene me contesta con que elija entre no sé cuantos tonos y luego por que le da la gana a su vez se pone a vibrar  dentro de mi bolsillo como un poseso dando la sensación de que tengo el baile de san bito, si le digo que quiero hablar con la parienta me dice que antes tengo que pasarle el dedo por no sé cuantas partes y si le digo que bueno; resulta que como el dedo está sudado el cacharro se vuelve loco y en lugar de ponerme con la parienta me manda al hombre del tiempo que no sé si es que está con mi mujer pero que me larga una perorata de datos que el ojo me hace chiribitas, la comisura de los labios padecen espasmos  y la membrana del oído se ha curtido tanto que mas parece ahora badana de borrego en tamboril de  fiestas de Calanda.

Pero eso no es lo más grave lo más inquietante  es que cuando me desplazo hacia el interior  el muy puñetero se niega diciendo que no tengo identificación con la red y que si quiero mensajes que haga una hoguera y aprenda el lenguaje Siux porque de otra manera el no manda mensajes ni con paloma mensajera, así que ahí me tienen pidiendo favores al lugareño de turno para que con su cacharro de posguerra me comunique con la familia para decirles que estoy bien y que no se preocupen que la última generación está conmigo y que en caso de apuro me garantiza una llamada de auxilio al teléfono de emergencias.

Pero no paren ustedes que si me llaman, resulta que no puedo descolgar porque este mierda no se da por enterado y aquí me tienen apretando el dedo de manera que más parece que quiera hacer un agujero en la puñetera pantalla para  metérselo al otro en el oído y todo porque este invento no tiene teclas; antes yo le daba con un martillo y todo el mundo se enteraba, pero ahora como te empeñes el maldito vicho es capaz de darte un mordisco y quedarse con la yema del dedo; y es que todo pasa por  usar un punzón-lapicero…. ¡toma ya!  

A sí que tanto adelanto y tanta leche para al final terminar como mi abuelo con el lapicero tras la oreja para escribir en una pizarrita de mierda … tan diminuta que no la veo bien y claro necesito gafas de cerca ¿quien sale de casa sin gafas pensando que en cualquier momento te pueden llamar y tú poseedor de un artilugio tan moderno no das con el icono apropiado? a si que arreo con gafas, arreo con bolígrafo, arreo con todo pero… entretanto manejo esta mierda de invento me dice que la batería se ha descargado que corra como un loco a buscar el cable necesario para enchufarme a la red y que espere no se cuanto tiempo para que la batería pueda cargar lo suficiente, total hago recuento, batera, bolígrafo,  cable y eso sí; a partir de ahora necesitaré una carterita para llevar lo que se suponía es un cómodo artilugio prodigio de la ciencia inventado para pasar desapercibido poniendo el mundo a mis pies, con todo ello me lanzo a la calle como un hombre moderno cargado de cables para demostrar que los adelantos no me intimidan y camino raudo como burro con espino para presumir de invento delante de los de mi generación y allí con toda pompa y prosapia  extiendo mis artilugios para que vean que soy un hombre de hoy muy puesto en temas de actualidad y medios audiovisuales y cuando tengo mi parada completa me doy cuenta que el puñetero aparatito extra plano, extra practico y extra multi servicios y extra todo se quedó en casa presidiendo el mueble del comedor y en este momento seguro que desde su pantalla un muñequito está retorciéndose de risa por haber conseguido colarme el timo de la estampita pero eso si en versión extra moderna, extra plana y extra personalizada.  Cuando llego a casa nada más activar la cerradura, la alarma se pone en marcha  y al reconocerme desde el  subconsciente del cacharro un ser superior me saluda con una frase:


Yo no soy tu servidor, tú eres mi esclavo.     

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona