domingo, 22 de septiembre de 2013

SALAMANCA FERIAS Y FIESTAS

D. Nicanor tocando el tambor

Cuando entre las mesas de la terraza del Plus Ultra D. Nicanor tocaba el tambor, el bullicio estaba a punto de comenzar, las sillas y mesas ocupaban casi toda la calzada y muy pocos de los ya vetustos y descangallados veladores quedaban esos días fuera de servicio pues mal que bien se apañaban para que la pieza más desvencijada quedara útil por unas horas.

El traga niños en la plaza mayor.
En la casa se hacía acopio de café “La Guapa” trapicheado por los ferroviarios desde la vecina Portugal, el lechero de la rivera del puente descargaba sus cantaras con la alegría de quien tiene vendida toda la producción en un momento y  la casa toda se impregnaba con el olor a vino que las mal apiladas garrafas de arroba y media emanaban desde sus maltrechos cestos de mimbre. El coñac, el  anís,  la ginebra y el vermut de garrafón dormían desde hacía días en el cuarto trasero con el precinto de “La Pajarita”  como garantía y todos vivíamos en estado de excitación presagiando días de mucho trajín y no pocas carreras. En Salamanca Las ferias y fiestas se ponían en marcha.

Un zascandil andaba entre todos con la obligación de estar ocupado y la condición de no estorbar, aroma de puros, trajín de camareros,  vendedores ambulantes, limpia botas con cuerpo de betún y voz gastada,  reventa de entradas en los portales de San Antonio, racimos de viajeros en coches de línea, tardes de toros, olor a pólvora, estampido de cohetes, nieves de azúcar. Salamanca toda abocaba en la plaza recreándose en sí misma o dejándose ver camino de la “Glorieta”, en el Coliseum: Zori, Santos y Codeso nos miraban desde los cartelones colgados en la fachada de la plaza y… desde la calle Zamora el teatro ambulante de Manolita Chen animaba la noche sin miedo a la censura.

Estas viejas fotos activaron mi memoria y aun siendo otras las que buscaba   para otro trabajo no he podido resistirme. Hoy quiero que sean de todos con el recuerdo especial para los amigos que en aquella época vivieron conmigo las ferias y fiestas desde la otra parte del  mostrador.


CUANDO DIOS REPARTIÓ EL TRABAJO NO HABIA VECAS EN EL CIELO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona