viernes, 8 de noviembre de 2013

CULTURA GENERAL

Las horas de clase se nos hacían cortas el pugilato por alcanzar metas estimulaba nuestras neuronas y las horas de sueño ya no constaban en nuestros calendarios, ingles, mecanografía, contabilidad, dibujo todo cavia en aquella tolva hasta entonces vacía donde según nos decían los enseñantes había rincones con telarañas por falta de huso pero al mismo tiempo se desatascaban los conductos  del entendimiento.

Con los años he ido perdiendo contacto con aquellos compañeros, algunos consiguieron una buena colocación a través de la propia escuela, otros desafiamos a la vida con esfuerzo e  intuición, pero todos salíamos de clase con la sensación de estar cambiando nuestro futuro  sin más acicate  que nuestro esfuerzo personal y la necesidad de hacerlo.
Recuerdo todo esto en los días en que la gente sale a la calle protestando por el recorte de becas y fondos a los estudiantes que están fuera de España, no me imagino en mi tiempo recibiendo ayudas y ni mucho menos estudiar fuera no ya de España si no del terruño pero nuestra sociedad no ha cambiado tanto, la universidad pretende seguir siendo un embudo tamizador donde solo  las clases acomodadas tengan acceso dejando a los más desprotegidos en la encrucijada de la incertidumbre y la mala conciencia, el ministro Wert  podía haber sido el ministro de épocas oscuras donde solo los hijos de los ricos podían estudiar y las clases menos favorecidas teníamos la obligación que verlos pasar convertidos en profesionales del estudio de la mano de su apellido o la cartera  de papá.


En la rebotica me sentía valorado mi pantalón corto no era óbice para que mi jefe me hablara de usted  y me permitiera el acceso a los autoclaves y tubos de ensayo donde el formulaba sus preparados, aquella estancia  utilizada como laboratorio por la aquel profesor de instituto se convertía en cátedra haciendo que sus recomendaciones fueran simples consejos valorándome  como persona.

D. Jose Garcia Isidro hombre afable y extremadamente educado se permitía pocas libertades una era fumar un raro tabaco mentolado llamado Reno y otra tratar de convencerme para que siguiera estudiando, no se imaginaba el bueno de D. José que mis dotes no eran tantas, que mi tiempo no daba más y que además mi sueldo era necesario en una familia con cinco hijos.  

Pero tanto insistir dio sus frutos, el entonces sindicato único impartiría clases nocturnas y gratuitas para aprendices y siendo las plazas limitadas no había mucho tiempo para pensarlo, aquel día esperé a mi jefe con la solicitud en una mano y en la otra la necesidad de tener que ausentarme del trabajo una hora antes de lo acostumbrado, su complexión extraordinariamente delgada pareció elevarse, la parquedad de sus formas dejaron entrever una sonrisa y un solo consejo: es usted muy joven no pierda el tiempo.  


OBRERO: COLOCACIÓN  ES  MENDRUGO EN EL CAJÓN Y SI LLEGAS A ESTUDIAR AGUGERO EN CARCAÑAL 

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona