Lo sorprendí infraganti, cuando llegué estaba tomando el sol tranquilamente delante
de mi casa y no pareció ponerse nervioso ni siquiera decidido a poner pies en polvorosa; su aire chulesco y arrogante me hizo abrir la cancela con precipitación y decidido
me fui a por él sin darle más oportunidad que la de salir corriendo o
enfrentarse conmigo directamente.
No se alteró; solo dio unos pasos
para mantenerse a prudente distancia
pero dejando claro que por mucho que me sulfurara no desistiría de su empeño ni estaba dispuesto a ser desalojado por las bravas, armado de un buen palo corrí
tras él con desazón y desespero pero su agilidad
y dotes innatas para el regateo me dejaron exhausto y solo cuando se vio arrinconado
saltó al exterior escamoteándose en el bosque dejándome con un palmo de narices.
Mi mujer extrañada e incrédula había
seguido mi peripecia sin dar crédito a lo que estaba pasando, sus gritos de
apoyo y aliento parecían querer alertar al resto de la vecindad, pero
recuperado el aliento y vueltos los ánimos a su estado natural decidimos dar
por olvidado el asunto.
A la mañana siguiente no bien
anunciado el día mí mujer llena de coraje
entró en casa llevándose las manos a la cabeza, el intruso había vengado su
expulsión volcado y desenterrado sus plantas
más preciadas y en un alarde de chulería había dejado sus deposiciones delante
de nuestra puerta demostrando que podría
entrar en ella cuando se lo propusiera sin ningún problema ni respeto hacia
nosotros y mucho menos estaba dispuesto a guardar las más elementales normas urbanidad.
La mañana decidimos que fuera
tranquila no estábamos dispuestos a ser manipulados por ningún extraño y aquel
elemento no iba a ser quien nos pusiera nerviosos y mientras estudiamos las posibles medidas para
librarnos de él nos entregados a nuestro laboreo dejándonos envolver por una
naturaleza en estado semi-salvaje salvo un pequeño rinconcito que a modo de invernadero protege nuestros
arreos y trebejos camperos junto a las semillas que esperan la próxima sembradura.
Pero allí estaba. el muy cretino
había pasado la noche escondido entre sacos de abono y los mil achiperres
destinados a la huerta y tan asustado como yo se me echó prácticamente encima
sin darme tiempo a reaccionar, el encontronazo
fue tremendo grité sin quererlo como pocas veces lo he hecho en mi vida y mientras
el corría como alma que lleva el diablo mi
mujer salía en mi defensa dispuesta a plantar batalla.
Sus visitas se han ido sucediendo
y aunque no puedo decir que mantengamos relación alguna las distancias cada vez
son más cortas, hace días vino con su pareja, por su pelo claro y ojos azules me
da la impresión que no son de estas latitudes son jóvenes y por los arrumacos
que se prodigan yo diría que están enamorados de verdad, parecen desasistidos y
necesitados de protección de momento dejaremos el cobertizo abierto para que
puedan seguir durmiendo en él y para su alimentación esperamos encuentren algo
más que los productos de nuestro huerto para poder subsistir pero me temo que el invierno será para ellos
una prueba para la que no están preparados.
Cuando mi mujer está contando
esto a nuestras nietas sus caras de asombro y expectación se transforman en las
de protectoras de las causas perdidas, Lucia propone dejarles mantas y estufas en
el cobertizo, Mireia es más tajante prefiere darles cobijo en casa y hasta
cederles una camita, yo me conformo con que cuando en casa adquieran una
mascota sepan que es para toda la vida y no las abandonen a su suerte como a
esta pareja de conejitos que en su día fueron el juguete de una vecinita y al
dejar de serlo los abandonó en medio de una naturaleza hostil que les es
extraña y para la que no están preparados.
EN
EL MUNDO ANIMAL
TAMBIEN EXISTEN LOS
DESAHUCIOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás