En llegando la noche aquella
bruja les dejaba sin luz, su mala conciencia no daba para más y todo por que se
enteró que sus realquilados usaban una manta eléctrica para calentar la cama
que por más señas tenían instalada en una habitación llena de humedades y sin
apenas ventilación.
Desnudarse y ponerse la ropa de
dormir a oscuras ya no era ningún problema, el palpar cada rincón se había
convertido en un ejercicio habitual y era verdad que llegaron a considerarlo
como normal dadas las circunstancias y el gran sentido que del ahorro habían desarrollado.
Pero aquella noche había sido
anormal, un cierto olor a podrido les había amargado la noche, un olor intenso
y ciertamente nauseabundo se había apoderado de la habitación y por mucho que recorrieron a tientas los distintos cajones y donde guardaban
comida y reservas de matanza no hubo manera de localizar el foco de tan
nauseabundo misterio. Lorenza se obsesionó con la idea de que alguna rata mal
nacida había sucumbido a su glotonería y víctima de algún empacho habría
quedado emparedada entre los cajones, por el contrario nuestro Mariano se
inclinó mas por que el olor provenía de algún producto en mal estado que por
falta de frigorífico se habría echado a perder originando su consiguiente putrefacción, pero el olor persistía y para
mas irritación parecía más persistente a la altura del cabezal de su cama fuera
lo que fuere la noche había sido fantasmal y morrocotuda y en mala hora salir para el trabajo había de ser una liberación.
Recordándolo ahora nos reíamos
con nuestros amigos, la risa se mezclaba con los aspavientos del buen Mariano
que lejos de enmendarse poco le faltaba para ponerse a cuatro patas imitando
los saltos dados por encima de la cama y los gestos de repugnancia que durante toda
a noche habían padecido e imitando además el dialogo que como dos sonámbulos
habían mantenido durante aquella noche su
mujer y el.
El foco de tan mal olor no
pudieron desentrañarlo hasta la mañana siguiente cuando ya con la luz del día y
al deshacer la cama se dieron cuenta que un par de nauseabundos y mas que sudados
calcetines de los que Mariano usaba para
su trabajo se habían colado entre las sabanas asentándose justo donde sus cabezas tendían a encontrarse.
Ayer nos despedimos augurándonos
un año nuevo prospero y feliz mientras el espejo del recibidor devolvía una
imagen más que reveladora, a nuestra espalda alguien iba apagando las luces con
tanta abnegación que por un momento la oscuridad parecía empujarnos hacia la salida.
El ciclo de nuestra generación cierra
el año donde comenzó, padecimos la falta de luz por las restricciones, ahora la
padecemos por no poder pagarlas, nacimos
con la cartilla del racionamiento y las colaciones de caritas, ahora tenemos comedores
sociales y bancos de alimentos, hubo que emigrar para encontrar trabajo ahora
también, tuvimos que vivir realquilados
ahora el problema es encontrar donde, nos hablaron de futuro y el futuro ahora
es el presente.
De todos modos y siguiendo el
ejemplo de mi amigo Mariano tomemos las cosas con sentido del humor. Feliz y
muy propicio año nuevo
MIRAMOS TANTO LA LUZ QUE NO
VIMOS LO QUE HABIA DETRÁS
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