miércoles, 8 de enero de 2014

UN REY AL DESCUBIERTO

Tenía el rey la mirada blanda, el acento redondo  y la vista brillante  y enriscada  entre dos pómulos que se diría tenían la  misión de proteger sus ojos del siroco  del desierto, su voz capciosa punteaba su lento caminar que mas pareciera deslizarse sobre ruedas por el escaso interés que ponía por levantar los pies del suelo.

Nuestro Rey vestido para la ocasión ostentaba uniforme oficial con bandas multicolores, portaba bastón alargado que utilizaba para asegurar su estabilidad y se diría que sin este símbolo su corona y su majestuosidad rodarían por los suelos. Le gustaba y vivir entre la gente sencilla y sobre todo estaba muy sensibilizado con los más necesitados y aunque en momentos muy concretos y dado su especial rango debía presidir más de un desfile y dejarse agasajar por su pueblo no dejaba de acordarse de los que por falta de trabajo padecían las penurias y miserias de las que más de una vez había sido testigo activo entre los desheredados por el reparto de los desechos de algún supermercado.

Nuestro rey caminaba con su proverbial lentitud mientras lamentaba que su poder estuviera tan limitado recordando como su pueblo ávido  de respuestas se había congregado más de una vez a su alrededor esperando de su omnipresencia el legado de ilusión que por un momento el les había prometido. En este punto recordaba sobre todo a los niños que acudían al colegio con síntomas de desnutrición y faltos de la ayuda más elemental para los que él siempre tuvo especial sensibilidad y no menos ilimitado cariño.

Mientras caminaba y nuestro ilustre personaje ponía en orden sus pensamientos una voz infantil pareció reconocerle, nuestro hombre quiso  mostrar tranquilidad mientras su corazón palpitaba descontrolado no hera la primera vez que lo reconocían cuando merodeaba fuera de su palacio pero le sorprendió la rotundidad con que lo hacia aquel niño al que no podía defraudar  pero al que tampoco podía permitir que rompiera su anonimato.

El chico se le acercó entre ilusionado y sorprendido sin atreverse a llegar hasta él, pero con el  gesto de su mano tantas veces ensayado  el pequeño adquirió la confianza necesaria para arrojarse en sus brazos dando muestras de inmensa alegría y no poco agradecimiento.

El rey explicó al niño que estaba de incognito camuflado con ropa prestada y que estaba recorriendo las calles del barrio para ver si los niños estaban contentos y sobre todo si los papas tenían trabajo.

Cuando el chico contó en el colegio que había visto al rey por su barrio nadie le creyó, pero a él estuvo siempre seguro de que seguía camuflado con el uniforme de medio ambiente protegiendo a los animales  y manejando una escoba que le servía de bastón pero con la que limpiaba y vigilaba también la honestidad de su entorno y de todos los que le rodeaban.

 Cuando a los pocos días el niño despertó supo por la prensa que el rey Baltasar una vez hubo bajado de su carroza había sido expulsado por no tener los papeles en regla.


SIENDO ILEGAL LLEGÓ  A SER REY  PERO NO EVITÓ SU  EXPULSIÓN

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona