martes, 25 de marzo de 2014

LOS RAILES DE LA EMIGRACIÓN

Fría la mañana muy fría en aquella estepa, el hielo caído por la noche había vestido de blanco los raíles del tren mientras a lo lejos los penachos de humo negro y espeso llevaban en sus entrañas la sangre joven del pueblo en busca de un dorado prometido pero tan lejano que aduras penas podía caber en el mapa mental cuyas lindes estaban en el límite de un latifundio  rural de los años sesenta.

La soledad de la llegada no hizo más que aumentar la angustia de un viaje eterno en el tiempo e infinito en su recorrido,  vagones de madera hicieron de cama y despensa en las mas de veinticuatro horas de viaje y tan escasas eran las comodidades que mal hubiera valido para el transporte de animales. La noche los esperó agazapada entre una hilera de barracones faltos de luz  y un suelo parcheado y pedregoso tan encharcado que muy pronto dejó huella en aquellos pies fríos ya por la temperatura y ahora hinchados por la falta de ejercicio, el desconocimiento del idioma aumentó la desazón mientras  una intérprete las distribuía de forma mecánica y rutinaria entre literas de hierro y mamparas divisorias, las duchas compartidas y un comedor también común componían toda la infraestructura de una estancia que se anunciaba en las ofertas de trabajo como muy agradables y de ambiente hogareño.

A la mañana siguiente, presentación de documentos y nuevo chequeo médico, una bata blanca indicaba que estaban admitidas y todas en fila fueron designadas a una veterana que delante de una cadena de montaje  les explicaría el cometido de su trabajo.

A partir de ese momento un mundo de cábalas se apoderó de aquellas jovencitas, ahorrar y mandar dinero a casa era la prioridad; calcular el tiempo necesario para sacar de apuros a la familia fue la otra constante mientras las pocas horas libres se circunscribían  al centro social creado para emigrantes y el conseguir el calor humano de los paisanos para hacer llevadera y más leve la inevitable nostalgia.

El primer pensamiento fue ahorrar y volver a casa pero el grupito que tenemos delante está ya jubilado y sigue viviendo en Alemania, allí están sus hijos y nietos y aquí suelen venir de vacaciones aunque cada vez menos porque la gente de su generación está desapareciendo, no se sienten alemanes pero tampoco encajarían ya entre sus paisanos por que la distancia los hizo distintos y una especie de limbo sentimental aparece en su semblante cuando hablamos de lugares y costumbres que por sernos comunes facilitan la conversación.

Charlamos mientras les enseñamos las instalaciones de nuestro centro social hablamos de asociaciones y asociacionismo y sobre todo del esfuerzo añadido al que tuvieron que hacer las mujeres en un mundo dirigido por hombres en una tierra extraña y machista, de todo ello han  elaborado un magnifico estudio que queda plasmado en un volumen que hoy llega a mis manos y que desde este blog agradezco con mucho cariño. Su lectura nos hace comprender la dureza sufrida por una generación ahora olvidada y que sacó a España adelante a través de las divisas que enviaba a su familia, pero también a través de estos amigos podemos darnos cuenta que la España del desarrollo se encuentra en el mismo punto donde comenzó.

ESPAÑA PARA NACER, ALEMANIA PARA HACER Y NINGUNA PARA SER


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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona