FRISADOS YA LOS SETENTA

Frisados ya los setenta y sin más horizonte que seguir sumando acudo yo al almanaque de la vida con el taco gastado y santoral escaso.

El calendario me dice que tengo edad de tronco añoso con los aros concéntricos suficientes para dar calor ha hogar de escaño, sin que mis ramas vigorosas y con sabia propia sufrieran mal paso o sobresalto; pues felizmente acodadas están en tierra propia sin que retamas ni abrojos restarles puedan vigor ni copia.

Desde mi atalaya de árbol ya olvidado valoro sin rubor los frutos conseguidos y siento un orgullo que me embarga pues no solo conseguí verlos  crecidos si no que al desechar sendas holladas consiguieron desbrozar su propio sino y son tantos los cruces de caminos y tantas son las trochas y senderos corrompidos que entiendo como suerte  haber tenido lectores que en mi tronco carcomido encontraran a la sombra de mis hojas el tratado del esfuerzo por destino, no fue acopiar saber mi fuerte ni tampoco lo fue sumar fortuna tan solo fue el sudar toda aventura que mi hijuela les legó como andadura.   

Más venido yo al presente  bendigo haber nacido por tener estas tres ramas con vida independiente forjadoras a medida del mañana sin prebendas ni atavismos; buena gente, mas es verdad que no estoy yo viejo ni aun cansado  y si bien me retiro a mi morada es que entiendo que mi sombra ya es pasado y son ellos los que marcan la alborada, y amparadores de mi raíz los veo tan cerca y del tronco si algún virus lo atacara o si el cierzo cabezón despeñarme se empeñara, que  miran de mimarme bien es cierto sin que yo lo merezca ni lograra aportar lo que ellos merecieran atorado como estuve con el medro en la estacada.

Aquí termino sin querer la historia del que escribe; que no por senil gritarla quiero, a mis hijos gratitud y amor yo debo  esculpiendo en mi tronco veterano corazones de amor a fuego eterno dejando que ellos  caminen caminaré yo sin lastrar su anhelo.

HIJOS  DE  MIS  RAICES  MAESTROS  SON  QUE  NO  APRENDICES