Esto no es serio el juego del ratón y el gato no es política
es simplemente un juego de los que no saben por dónde tirar a gol cuando están
delante del portero, la política entendemos que es gobernar y se supone que los
políticos son los que deben dictar e imponer las órdenes del juego sin titubear
ni hacer gastar energías innecesarias a sus jugadores ni a la hinchada a la
cual pertenecen.
El Señor Más tiene miedo o no ve el momento y la manera de
presentar su dimisión, las pértigas que sujetan su estrado se están
resquebrajando y los voluntarios llegados para reforzarlas empujan tanto que al
final lo van a derribar abrigándolo a caer en sentido contrario, mientras tanto
el barco se mantiene a flote por propia inercia y no ya los marineros de reemplazo si no los
mismos profesionales parecen desesperar
por recalar en cualquier ensenada con el fin de dar por terminado el periplo en
que tantas vicisitudes han padecido.
El globo hinchado con
vientos dispares no coge altura, el lastre que lo mantiene pegado al suelo no
suelta amarras y los gritos de la
muchedumbre que vitorearon a los navegantes comienza a languidecer ofuscados
por la tardanza, la indecisión y la
falta de un timonel que recoja el estandarte de la catalanidad ahora caído en
desgracia. Desde Madrid mientras tanto siguen pensando que las ideas pueden delimitarse
ubicándolas en compartimentos estancos y ahí están erre que erre luchando
contra unos fantasmas que a fuerza de querer encerrarlos se están expandiendo por
simple conmiseración. Dos millones de catalanes no son suficientes para lograr
la independencia pero si lo serán como caldo de cultivo para que entre
generaciones venideras cada vez menos dependientes emocionalmente del resto de
España germine la idea de una liberación política y económica.
El hecho catalán no tiene marcha atrás, como tampoco lo tiene
ni el país vasco ni el ahora
actualizado caso Irlandés ni muchos
otros, todo es cuestión de tiempo; son ciclos,
son nuevas ideas que arrancan en una generación para hacerse efectivas en
épocas posteriores tras un duro caminar por trochas imposibles donde solo los
mejores y los realmente convencidos llegarán al final, los demás estaremos
expectantes tratando de adivinar entre la bruma de despropósitos y escándalos que
nos rodean haciendo de lastre compensatorio para mantener en equilibrio la
estabilidad de un barco herido en su línea de flotación donde el motín de su
marinería parece inminente mientras tratan por todos los medios de poner a
salvo las reliquias trasportadas en su bodega e iniciar con ellas una nueva
singladura.
LA PERTENENCIA MORAL ES EL CORDÓN UMBILICAL DE LA INDEPENDENCIA
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