Lo normal es que los abuelos entre otras cosas lleven a sus
nietos al colegio, lo que ya no es tan normal que esos mismos niños visiten a los abuelos en su clase y además
tengan la osadía de desplazarlos copando sus aulas a golpe de sonrisa y gestos
de complicidad. Este es el asalto que cada año sufrimos los asistentes a los cursos
de cocina que se imparten en nuestro casal, una vez más los pequeños del colegio
La Salle de Horta se acercaron hasta nuestro taller para elaborar con nosotros los
típicos panellets y es de señalar la buena disposición de unos y la no mala
imaginación de los otros que lejos de amilanarse terminan queriendo sentar
cátedra invocando el santo y buen oficio de sus mayores a los que de paso mencionan
con cariño reverencial buscando referencias entre los ahora abuelos-reposteros
ocasionales.
Pero no nos engañemos la realidad de este mundo al revés es
que los niños son ahora los abuelos que abdicando de su autoridad aprovechan el
momento para hacer de la clase un recreo
y de la tradición una cadena de sensibilidades que los auténticos niños
difícilmente olvidarán, es muy emotivo pensar que algún día formaremos parte de
sus recuerdos y que al fomentar sus
tradiciones quedará impreso en su memoria el cariño de esta experiencia donde al lado del azúcar, los
piñones, las almendras, el coco y el chocolate tendrán presente a este grupo de abuelos rebozados en harina intentando
amasar y hornear con más ilusión que acierto unos panellets impregnados con las formas, aromas y sabores propios
de la fiesta de todos los santos, pero sobre todo con el componente mágico de
la tradición y la afectividad.
Fueron cien los niños que desfilaron por nuestras aulas, un
ciento de sonrisas que iluminaron nuestro centro haciendo del cascabeleo de sus
conversaciones un canto a la vida y de
sus miradas el mejor poema a la ilusión con que pudieran obsequiarnos, cuando concluida
la experiencia los hemos visto alejarse y despojados ya de sus mandilones
retornaban a su colegio sus miradas de agradecimiento y sus limpias sonrisas dejaban
en esta pequeña torre de babel que
compone el grupo de cocina la sensación de haber pasado un examen con el calificativo
de entrañable que seguro sumará puntos en nuestras notas de final de curso.
No hubiera sido posible este encuentro sin la atención y
colaboración inestimable de sus profesores que tutelando en todo momento a sus
pequeñines nos hicieron participes de unos métodos de enseñanza tan nuevos para
nosotros y tan distintos a los de nuestra época que por momentos quisimos ser
niños eternos a los que el tiempo y la vida les hubiera concedido el don de la
eterna inocencia. Muchas gracias.
CONSTRUIR UN RECUERDO ES
MIRAR EL PRESENTE DESDE EL FUTURO
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