Cuentan los libros que hace mas de dos siglos los árabes que se
refugiaron en la sierra salmantina incorporaron sus costumbres a las propias del
lugar de ahí lo de mantener el llamado marrano de San Antón suelto por las
calles del pueblo para alimentarlo sin tener que tocarlo ni dejar que entrara
en su casa o el recuerdo más dulce alrededor de una caldera de cobre calentando
miel y el olor del azúcar al fundirse mientras se incluía la clara de huevo y
las almendras recogidas de los arboles diseminados por la sierra, este dicen
que fue el origen del turrón serrano que no era otra cosa que la manera de
conservar los alimentos básicos para subsistir en periodos de escasez y al
mismo tiempo disponer de productos fácilmente almacenables que en caso
necesario eran utilizarlos como trueque para
poder sobrevivir sin manejar dineros que
no tenían.
Pocas cosas más
enraizadas en los recuerdos de la Navidad salamantina que las turroneras de la
sierra instaladas en los portales de San Antonio, aquellos imponentes y berroqueños peñascos parecían haber rodado desde las
estribaciones de La Alberca para a
encabritarse sobre un estaribel que aduras penas podía aguantar la mole que se
le venía encima, precarias mesas donde mujeres arrebujadas en sus pañoletas y
mantones martilleaban aquel pedernal a golpe de hacha hasta dar en la romana el
peso apetecido, mientras los arrapiezos de
los alrededores estaban pendientes para atrapar la esquirla que la contundencia
del martillazo hacía saltar por los aires.
Este era el inicio de la navidad esto y las prestigiosas
culebras de mazapán en el estuche redondo que La Favorita exhibía en el
escaparate de su pastelería en la plaza mayor rodeadas de lucecitas que como luciérnagas
de colores parpadeaban intermitentemente como reclamo para la chiquillería e
inexcusable petición a los reyes magos, a partir de ese momento comenzaba el
jubileo epistolar que obligaba a felicitar
las fiestas a todo pariente cercano o desconocido si no querías provocar algún
mal entendido iniciando así un desfile por las papelerías del barrio buscando
la estampa más indicada para cada caso, la dedicatoria era otro ejercicio de
erudición y muestra estampillada del sincero deseo que nos embargaba en esos
días y los mejores votos de felicidad para el año siguiente.
Ahora todo eso ha
quedado en desuso las navidades comienzan cuando los comerciantes lo deciden la
gente no escribe mensajea en formato
estándar, las familias están tan
desafinadas que ya no sabes en que escala tienes que tocar ni a que son tienes
que bailar, si al que se sienta a tu lado
tienes que llamarlo yerno, concubino o concubina, si los nietos son los
tuyos o los que tienes delante son los hijos de la que fue pareja de tu hijo pero
que ahora vive con otro cerca del Himalaya, o el cuñado que se sienta a tu lado
es al mismo tiempo consuegro de de la señora que apareció a última hora, total
que la navidad ya no está en volver a casa; ahora lo que no sabes la casa de quien es en la que estás tienes o
quién va a venir a la tuya, que religión profesa si tienes que entrar
descalzo, comer sentado en el suelo o
lanzar pellizcos a la comida despreciando el tenedor, Lo único que salva la
situación y nos une en todos los casos es el turrón, no conozco religión que lo rechace ni ayatolá
que lo maldiga, el bendito turrón es aglutinador de religiones y bruñidor de voluntades
perfecto broche final de cualquier sobremesa navideña y salvador de barreras
idiomáticas, creencias dispares y sortilegio
contra malas relaciones, basta con la pregunta de si lo prefiere duro o blando para
que se relajen las tensiones, los idiomas se hagan universales y todo el mundo
ponga cara de felicidad cuando tiene en la boca un trocito de dulce turrón, visto lo cual propongo:
Considerar el turrón alimento obligado en reuniones internacionales
y embajador plenipotenciario de las naciones unidas con propuesta para el premio
Nobel de la paz y sean nuestras turroneras
salmantinas patrimonio de la humanidad y embajadoras de buena voluntad del
pueblo charro para países en liza. He dicho.
Firmado: J. Hernández
CAMISON Y BUEN TURRÓN SI
ROMPES LA OBLEA EL GUSTO ES MAYOR
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