lunes, 15 de diciembre de 2014

EL TURRÓN PREMIO NOBEL DE LA PAZ

Cuentan los libros que hace mas de dos siglos los árabes que se refugiaron en la sierra salmantina incorporaron sus costumbres a las propias del lugar de ahí lo de mantener el llamado marrano de San Antón suelto por las calles del pueblo para alimentarlo sin tener que tocarlo ni dejar que entrara en su casa o el recuerdo más dulce alrededor de una caldera de cobre calentando miel y el olor del azúcar al fundirse mientras se incluía la clara de huevo y las almendras recogidas de los arboles diseminados por la sierra, este dicen que fue el origen del turrón serrano que no era otra cosa que la manera de conservar los alimentos básicos para subsistir en periodos de escasez y al mismo tiempo disponer de productos fácilmente almacenables que en caso necesario eran utilizarlos como  trueque para  poder sobrevivir sin manejar dineros que no tenían.

Pocas cosas más enraizadas en los recuerdos de la Navidad salamantina que las turroneras de la sierra instaladas en los portales de San Antonio, aquellos imponentes y berroqueños  peñascos parecían haber rodado desde las estribaciones de La Alberca  para a encabritarse sobre un estaribel que aduras penas podía aguantar la mole que se le venía encima, precarias mesas donde mujeres arrebujadas en sus pañoletas y mantones martilleaban aquel pedernal a golpe de hacha hasta dar en la romana el peso apetecido, mientras los arrapiezos  de los alrededores estaban pendientes para atrapar la esquirla que la contundencia del martillazo hacía saltar por los aires.

Este era el inicio de la navidad esto y las prestigiosas culebras de mazapán en el estuche redondo que La Favorita exhibía en el escaparate de su pastelería en la plaza mayor rodeadas de lucecitas que como luciérnagas de colores parpadeaban intermitentemente como reclamo para la chiquillería e inexcusable petición a los reyes magos, a partir de ese momento comenzaba el jubileo  epistolar que obligaba a felicitar las fiestas a todo pariente cercano o desconocido si no querías provocar algún mal entendido iniciando así un desfile por las papelerías del barrio buscando la estampa más indicada para cada caso, la dedicatoria era otro ejercicio de erudición y muestra estampillada del sincero deseo que nos embargaba en esos días y los mejores votos de felicidad para el año siguiente.

Ahora todo eso ha quedado en desuso las navidades comienzan cuando los comerciantes lo deciden la gente no escribe mensajea  en formato estándar,  las familias están tan desafinadas que ya no sabes en que escala tienes que tocar ni a que son tienes que bailar, si al que se sienta a tu lado  tienes que llamarlo yerno, concubino o concubina, si los nietos son los tuyos o los que tienes delante son los hijos de la que fue pareja de tu hijo pero que ahora vive con otro cerca del Himalaya, o el cuñado que se sienta a tu lado es al mismo tiempo consuegro de de la señora que apareció a última hora, total que la navidad ya no está en volver a casa; ahora lo que no sabes  la casa de quien es en la que estás tienes o quién va a venir a la tuya, que religión profesa si tienes que entrar descalzo,  comer sentado en el suelo o lanzar pellizcos a la comida despreciando el tenedor, Lo único que salva la situación y nos une en todos los casos es el turrón,  no conozco religión que lo rechace ni ayatolá que lo maldiga, el bendito turrón es aglutinador de religiones y bruñidor de voluntades perfecto broche final de cualquier sobremesa navideña y salvador de barreras idiomáticas, creencias dispares  y sortilegio contra malas relaciones, basta con la pregunta de si lo prefiere duro o blando para que se relajen las tensiones, los idiomas se hagan universales y todo el mundo ponga cara de felicidad cuando tiene en la boca un trocito de dulce turrón,  visto lo cual propongo:

Considerar el turrón alimento obligado en reuniones internacionales y embajador plenipotenciario de las naciones unidas con propuesta para el premio Nobel de la paz y sean nuestras  turroneras salmantinas patrimonio de la humanidad y embajadoras de buena voluntad del pueblo charro para países en liza.  He dicho.

                                                                                    Firmado: J. Hernández

CAMISON Y BUEN TURRÓN SI ROMPES  LA OBLEA EL GUSTO ES MAYOR





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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona