LA LLUVIA ME VINO DE OSTIGO

No pensé que el cierzo fuera tan recio; la tormenta me vino con pedrisco y aires cambiantes, las críticas sobre mi escrito anterior han llovido de todos los lados y mal que me pese muchos paisanos no parece haberme entendido y esto sí que me duele ya que nunca renegué de mi tierra ni pienso hacerlo tanto es así que tengo dispuesto terminar siendo parte de ella al final de mis días, pero la realidad es que la vida se compone de paisajes y los que ilustran mi colección guardan un extraño equilibrio del que me resultaría imposible desechar ninguno, pero un tema que domina sobre los demás y es el de las añoranzas con las cuales vuelo muchas veces hasta cobijarme entre las luces madrugadoras de la calle de la compañía.

AÑORANZAS

Nunca abandoné mi tierra

Salí porque me asfixiaba

Traté de evitar ser hiedra

Queriendo ser sin ser nada

Y vine a tentar la suerte

Dejando tras mi escapada 

Una tierra llana y dura

Y un casino sin ventana

Poco equipaje el mío 

Pero cuanto me pesaba

La nostalgia, los recuerdos,

¡Cuanto pesan en el alma ¡

Todos vinieron conmigo

Acercando la distancia 

Y a ninguno por ser míos

Renuncio ó cambio por nada.

Son ciñaques de alacena

En la espetera empolvada

Que se aparece herrumbrosa

En  mi mente ya entelada

Y es que ahora es diferente

Aquí brotaron mis ramas

Y de mis ramas sus tallos

Y de sus tallos dos damas

Damitas por su apostura

Preciosas, de lindas caras

Como perlas de azabache

En marcos de porcelana 

Mi raíz ya no es tan mía 

Me injerté con otra rama

Y siendo yo árbol de soto

Traje el mar a mi besana

Y aquí yo soy el “charruno”

Y allí una rama catalana

Lo dicen sin gran tapujo

Como quien marca una tara

Y yo que salí de casa

Buscando viento de cara

Resulta que ahora mi viento

Lo llaman de tramontana

                                            J. Hernández