miércoles, 29 de abril de 2015

EL ORFEBRE DE LA CAJITA DE MUSICA

Un tanto patoso y no muy dado a los quehaceres del baile me asomo siempre que puedo a nuestro salón cuando suena la música, un rictus de envidia debe reflejar mi cara cuando por el solo hecho de estar mirando alguien trata de animarme para entrar a formar parte de este grupo de aficionados que hacen del baile su afición y de su afición un ejercicio recomendado por los que se dicen entendidos en la gimnasia de mantenimiento físico y mental. No he podido sustraerme a la curiosidad y   charlar  con la persona que dirige esta actividad en nuestro centro cuya definición como taller de baile resulta muy apropiada ya que está demostrado que activa las  endorfinas y regula y regenera el riego sanguíneo.

JOSE MARIA.- Es el promotor que pone en marcha esta cajita de música seis horas a la semana repartidas entre lunes y martes, imparte clases de bailes de salón 1º y 2º, country  y bailes en línea,  los que lo hemos visto trabajando  tenemos que admirar su dedicación escrupulosa y profesional moviéndose  entre los bailarines corrigiendo  y aconsejando individualmente hasta conseguir hacer del baile un ejercicio del gusto por gustarse y de la estética una condición inexcusable.

Nuestro amigo es una catarata de anécdotas y experiencias, nació en Tárrega de la que se vino a Barcelona a los diez y ocho años donde según su padre tendría un mejor futuro, una vez en la ciudad condal formó parte de varios grupos musicales con los que recorrió todas las emisoras y locales con posibilidades de hacerse escuchar y disfrutar hasta que conoció a Mariona  que le hizo entender que ella valía más que la música pero  al mismo tiempo potenció su afición por el baile  lo que hizo que acudieran durante más de veinte años a distintas escuelas de varias especialidades, son vecinos de Horta desde antes de casarse y cuando se inauguró nuestro centro fueron los primeros en ofrecerse para poner en marcha esta escuela-taller que hoy hace las delicias de más de ciento cincuenta de nuestros socios.

Hemos reído con el amigo Aguado cuando nos dice que en su pueblo trabajó en una funeraria donde las siestas no tenían mejor acomodo que los estuches del último viaje o cuando una vez llegado a Barcelona se dio cuenta sin saberlo que había formado parte de un enredo de trata de blancas o que lo único que recuerda como positivo después de cuatro años como interno en un colegio religioso cenca de su pueblo es el aprendizaje musical. Tenemos que cortar la entrevista con la idea de que sus experiencias nos darían para ilustrar un periodo de la historia de España que está por escribir y también porque  no hay duda que sus setenta y tres años han sido muy vividos y yo diría que muy disfrutados pero si hay una cosa  que aflora entre mis apuntes es su predisposición en la entrega y servicio a los demás,  tenerlo cerca es valorar el enriquecimiento que representa para este centro, para sus amigos la excelencia de su persona. 

Nota: Esta es una de las muchas semblanzas que publicamos cada mes en el boletín de nuestro centro, son esa gente especial que hace más fácil la vida a los demás por la sola satisfacción de ver felices a sus vecinos, son los que nos ayudan a congratularnos con la sociedad cuando nuestros dirigentes están haciendo del escándalo su medio natural de convivencia. Podíamos incluir taller de: Costura, informática, pintura al oleo, pintura de ropa, idiomas, excursiones, juegos de mesa,  gimnasia, poesía etc.etc. pero sobre todo son gente de una generación trabajadora que no lo tubo nada fácil  pero hicieron de su vida un servicio a los demás.

                                                                                                            J. Hernández

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona