martes, 5 de mayo de 2015

A LA LUZ DE UN CADIL (Testigos de nuestra historia)

Nadie dijo que venir al mundo fuera fácil pero cuando alguien se empeña y llega teniendo como salvas de ordenanza las baterías anti-aéreas del Turó de la Rovira y como fondo musical la explosión de una guerra  debe ser de una pasta especial, no fue fácil el alumbramiento de nuestra entrevistada ya que fueron las luces de los candiles y las velas de sebo las que iluminaron su llegada a esta Barcelona de 1938 en el crítico momento en que la ciudad se quedaba a oscuras ante la proximidad de un bombardeo, aquellas velas y aquellos candiles debieron tener en el hilo de sus mechas una premonición  y el mensaje indescifrable de lo que debería ser en el futuro la afición más imperecedera de los primeros años de su vida. He conocido a nuestra amiga con motivo del encuentro de puntaires-encajeras que se celebró en nuestro centro el pasado día de Sant Jordi,  el tintineo producido por el sonar de los bolillos y las más de sesenta encajeras afanadas sobre sus almohadillas fue creando una atmosfera de laboriosidad que mas pareciera  un panal de abejas en plena floración; ciento veinte  manos entregadas al noble y antiquísimo arte de la orfebrería con hilos compartieron con nosotros la alegría de su encuentro y el entusiasmo por esta maravillosa afición .

DOLORES.- Nuestra protagonista nació en Barcelona muy cerca de la antigua fábrica de cervezas Damm en el momento en que la guerra ponía a prueba el temple de sus moradores pero ella se empeñó y vino al mundo para ver como crecía cerca de su casa la ahora basílica de la Sagrada Familia,  su futuro le tenía trazado el guion desde las tierras de Albacete de donde llegó el hombre  de su vida con el que hace tres años celebró el cincuenta aniversario, pero la vida de Dolores es mucho más que eso; detrás del mostrador de la tienda de comestibles que regentaban y mantuvieron abierta durante más de treinta años en la zona de Virrey Amat vio discurrir la vida de esa Cataluña acogedora y dinámica que esperaba la semanada para liquidar atrasos teniendo como tarjeta de crédito una libreta y como aval la honestidad de su clientela, no se queja cuando me habla de penurias y sacrificios más bien irradia felicidad por lo bien hecho y un cierto cariño de disculpa por los que no pudieron cumplir.


Hoy tenemos la suerte de contar con ella dirigiendo el taller de bolillos de nuestro centro; sus clases tienen una duración de dos horas semanales y puedo decir que alterar la armonía de su quehacer es como cometer sacrilegio en el momento del ensayo general de una escolanía; tal es la dedicación y laboriosidad que ponen en su cometido, nuestra protagonista dejó su almohadilla acurrucada en un rincón cuando tenía quince años con la promesa de reencontrase en cuanto la vida le dejara tiempo, ha tenido que esperar a jubilarse con más de setenta años pero el abrazo del reencuentro ha sido tan fuerte que no piensa dejarla nunca más y sobre todo disfruta cuando comparte su afición y observa que hay muchas amigas que como ella estaban deseando un rincón tranquilo donde los bolillos sean el coro  que llame a otras interesadas en este noble oficio de transformar un insignificante ovillo de hilo en una autentica obra de arte. 



EL HILO DE LA ENCAJERA

Almohadilla que acunada
Te mecen oyendo trinos
Mientras  repintan tu sueño
Los coros de mil palillos,
Dime dime que sientes
Cuando te visten de hilos
Y repujan tu pechera
Con cenefas y zarcillos,
Dime como son sus manos
Las que mueven los bolillos
Componiendo filigranas
Como orfebres en corrillo  
Dime que todo es verdad
Que no soñé por ser hilo 

Con dejarme acariciar
Y me acunaran contigo
Quiero adornar  tu cabeza
Con diademas de platino
Enhebrando entre alfileres
Las trenzas de tu vestido
Dime dime que es cierto
Que  aunque nací siendo hilo
Puedo  tornarme en crisálida
Al  mecerme en un bolillo.
Quiero besar esas manos
Como  besara el mendigo
Que estando solo en la calle
Alguien llevara  consigo.
                                                J.  Hernández

Nota: Composición leída por mí en el encuentro a que hago referencia en mi escrito anterior, queda así satisfecha la petición de las personas que se interesaron por ella.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona