Hay abrazos que no diste, otros que no valoraste, los mas que
no sentiste y muchos que no recibiste, los viajes al abrazo son recorridos por sendas que atraviesan el paisaje de tus amistades buscando llegar sin saber dónde y te permite encontrar
el recoveco en el que se refugia el sentimiento que nunca alcanzaste a valorar.
El final del viaje es siempre motivo de reflexión y valoración de reciprocidades, muchas veces las causas
estuvieron en consonancia con las consecuencias o quizá fueron las
consecuencias lo que motivaron las causas lo cierto es que el abrazo no
conseguido puede ser mucho afectivo que el remachadamente intenso dado con
fuerza pero que nunca trascendió de lo protocolariamente
correcto. Luego están los abrazos simbólicos aquellos que esperas y deseas
metafóricamente pero que corresponden a un tiempo ya pasado solo existente en tu imaginación, son los
llamados nostálgicos en todos los casos imposibles físicamente ya que se
refieren a lugares o situaciones perdidas en el tiempo pero que esperas
encontrar con la ilusión del peregrino que llega al templo de sus devociones,
entonces te das cuenta que el escenario no ha cambiado pero es distinto, lo
conoces pero no te reconoces lo identificas pero no te identificas es muy tuyo
pero es mas de todos, los rincones no son tus rincones su trasiego es otro
trasiego y sus piedras maquilladas refulgen al sol con la altanería de quien se
siente importante por haber sido apadrinado por la humanidad.
Salamanca es ya un decorado de sí misma sus comercios
tradicionales sucumbieron
ante el empuje de las franquicias, le nacieron
terrazas en todas sus calles al amparo
del turismo de fin de semana y solo a la caída de la tarde señoras entradas en
años pasean sus modelos de colección con marido a juego haciendo del paseo
motivo único de su puesta en escena y ellos mismos comparsas y atrezos de la
obra a representar, la gente joven salió de la ciudad un recorrido por los bares de tapas nos dice
que las costumbres han cambiado, locales emblemáticos se venden o traspasan
mientras grupos de turistas pululan por sus calles siguiendo al guía que les ha tocado en suerte
quien les explica de forma mecánica la grandeza de esta ciudad en tiempos de
Fray Luis de León o como mucho el legado de un Unamuno que aun siendo vasco
prefirió dejarse morir en esta tierra.
Nada en la ciudad parece autentico solo el sol reflejado en
la piedra de Villamayor parece recrearse cada mañana teniendo para el solo el
espejo cuadrado de la plaza mayor mientras los establecimientos de hostelería le
prenden peinetas al enlosado esperando que las bandadas de golondrinas foráneas
se posen por una horas al reclamo de la plaza más bonita de España.
SALAMANCA: LITERATURA EN
PIEDRA SIN FACHADA DEL PRESENTE
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