lunes, 28 de septiembre de 2015

SANTIZ - FIESTA DE SAN MIGUEL 29 DE SEPTIEMBRE

Aunque quieran visitarlo ya no podrán conocer el pueblo en el que yo pasé mis mejores veranos, era un pueblo de  manos encallecidas, de siega y trilla, acarreo de haces y canciones de muelo, devenir de burros y vacas moruchas, de rebaño de cabras y yuntas de bueyes,  de huertos con pozo y surcos preñados,  gorrino en pocilga y gallinas “pal” gasto y un vinillo siempre turbio cachazudamente  prensado por los mismos pies que luego salían al campo calzados de  abarcas y envueltos en vendos, nada de esto está igual en este pueblo de Salamanca llamado Santiz situado en el límite con la Zamora Sayaguesa, nada de esto está igual ni tan poco seria lógico para bien de su gente.
Remozaron y  retornaron en lo posible la iglesia a sus orígenes deshaciendo y rectificando lo hecho con más ilusión que acierto en  los tiempos en que D. Idelfonso ejerció de párroco en el pueblo, sigue estando en el altar la misma imagen de San José casi a tamaño natural que mi abuela cuidó en casa mientras duraban las obras; pero no habrán podido reponer el carcomido artesonado del altar mayor desmontado a golpe de piqueta y cargado en camiones camino de Francia, tampoco estarán ya los reclinatorios guateados y rematados con las iniciales de sus dueñas a punta de tachuela, ni Juanito Portela refunfuñará recomponiendo el estaribel del altar mayor hasta hacer un hueco para que el sagrario redondo comprado en Salamanca en los almacenes del Siglo XX pueda encajar sin fisuras, tampoco pasarán los carros rebosantes de mies rozando el cumbre de casa a pesar de las protestas  de la tía Juana “La Chiripa” ni Miguel el vecino llegará tanteando las esquinas agarrado a la cola del  burro porque la vista traicionera se le iba al caer la tarde, nada de esto será posible como tampoco la antigua fiesta de San Miguel con festejos y toros en la plaza montada con los carros de labor, ni  los mozos tendrán que recurrir a los ajuares de la última boda para estar guapos, ni la  vara de los cohetes será perseguida por la chiquillería para exhibirla después como trofeo, ni habrá  disputas en el campanario para apoderarse de las campanas y repicar con garbo y sin descanso mientras los forasteros se saludan a la salida de misa recordando mejores tiempos y éxitos en la capital.

No he querido volver a este pueblo de mis veranos;  en su momento teñí mis imágenes con el color sepia paralizador de recuerdos, la casa de la abuela me aseguran sigue en pie aunque la cancela de la que el día de la fiesta nadie salía camino de la iglesia hasta que ella daba la última vuelta de llave ya no tiene aquel olor que envolvía su repulgado mantón de las grandes ocasiones.

Santiz fue la aventura de mis veranos donde los silbidos de besana a besana eran el medio de comunicación entre labradores, donde al caer la tarde el trajín en los huertos y el devenir de las mozas con el cántaro en la cabeza y barril a la cadera marcaba el final de la jornada y la luz del  candil aguardaba la llegada de la electricidad parpadeando entre las panzudas tinajas preñadas con agua de las fontanillas; mientras las trébedes puestas al fuego apuntalaban  la satén donde el crepitar de los torreznos antes de ser volteados al puchero de barro de Villoruela anunciaban que las patatas viudas o las sopas de ajo estaban listas para la cena.

Muchos han sido los veranos pasados lejos de esta tierra, pero el día de San Miguel siempre hay un aldabonazo que me traslada hasta la espadaña de aquella iglesia y al igual que el nido de la cigüeña regresan a él mis recuerdos siempre entrañables y con ellos el homenaje a las generaciones que nos precedieron.

EN SANTIZ  LAS CHIMENEAS  MANDABAN TELEGRAMAS A LA VIDA

EN EL ALCORNOQUE  DEL TESO SANTO

A tu sombra quiero yo dormir
Acunado en tus longevas  raíces
Amparado por tu tronco centenario
Intentando en ti  cerrar mis cicatrices.

Cansado vuelvo a ti siendo extranjero
Al lugar en que viví meses felices

Al lugar en que salió un niño nuevo
A luchar contra una vida sin artífices.  

A ti entrego mi resto como el hombre
Que  cual niño tuvo siempre tu recuerdo
Intenté  alardear de tu grandeza
Presumiendo de un amigo tan longevo

Conviérteme en tu nido de cigüeña
O parte del rescoldo de algún fuego
Más siempre del Santiz que fue en ogaño
Aquel que existe solo en mi recuerdo.

                                        J. Henández

1 comentario:

  1. Muy nostálgico, pero muy tú. Sigue que aún puedes contar mucho mas,exprimiendo tú buena memoria.Un beso.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona