viernes, 11 de diciembre de 2015

CUATRO PELDAÑOS

Cuando alguien te retiene agarrando tu brazo  es inexcusable atender su llamada, su mirada pergeñada detrás de unos parpados caídos por la laxitud que dan los años dejan ver unos ojos chispeantes a la emoción de la vida encendidos hoy por los recuerdos que una canción ha traído hasta su residencia, tira de mi brazo hasta ponerme a la altura de su silla mientras el temblor acelera su mano y también mi conciencia, al tiempo que canturrea una de las canciones interpretada por nuestro grupo hace un momento; sigo su compas e inconscientemente iniciamos un dúo casi gutural arrastrando mis palabras para no perderme las suyas que marcan el camino hasta el final de la canción, por unos instantes me quedo extrañado y casi no acierto a decirle cual ha sido mi sorpresa al comprobar su buena memoria y el sentido musical de su interpretación. Repongo un tanto mi figura a fin de disfrazar la emotividad del momento y a poco me confiesa que también ella formó parte de un grupo folclorista que en otro tiempo alegró  otros corazones y otras vidas, nuestra visita ha despertado sus recuerdos y en algún momento se ha visto protagonista en la foto de su memoria.

Mirando hacia el escenario que acabamos de abandonar observo que solo nos separan cuatro escalones, cuatro escalones distancian el ayer  del hoy, una línea tal delgada que podemos traspasar en cualquier momento los que hoy hemos representado el otro lado de la visión de nuestra amiga, me cuesta despedirme al tiempo que le prometo volver a cantar cuando nos lo soliciten y  mientras me dice adiós tengo por seguro que ella siempre estará entre los asistentes aunque su silla esté vacía. Mientras me recupero me doy cuenta que por la ley del calendario no tardaremos en ser nosotros los que tiraremos del brazo de algún cantante para recordarle que en su día fuimos parte de un grupo folclórico que también cantaba villancicos en navidad.


CANTAR EN LA RONDALLA ES A VECES UN EXAMEN DE CONCIENCIA 

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona