sábado, 19 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD

El murmullo de la sala de espera deja paso a la llamada de la enfermera que desgranando impasible los nombres de los pacientes tramita los papeles de alta o de ingreso con la voz cantarina de quien toma su trabajo con rutinaria eficacia. La señora entrada en años deambula entre los asistentes dando consejos y conversación a partes iguales, su peregrinar termina siempre cerca del mostrador y a su pregunta la enfermera siempre responde con un:  no ha llegado aun, que los allí presentes entendemos como fórmula  establecida para ganar tiempo y resignación por parte de la interesada que al llegar a mi altura no tiene empacho en preguntar y responder sin otra finalidad que la de sentirse integrada en el ambiente, sus males son todos y ninguno, sus dolencias insufribles y evitables, su aspecto frágil denota haber sufrido, sus años se cuentan en sus manos apergaminadas  y artríticas, es agradable y más bien cultivada, nada le es ajeno  solo la tristeza de su sonrisa me dice que sus ojos son solo el  baluarte de su defensa.

La sala de espera al fin queda vacía nuestra amiga acude por última vez al mostrador
desde donde obtiene la misma respuesta; no ha llegado aún, pregunto a la enfermera por el mal que aqueja a nuestra amable contertuliana, sin dudarlo me contesta que le duele el alma, no quiere pasar la pascua con sus hijos y está esperando que la ingresemos para pasar estos días  de navidad en el hospital, suele venir a menudo para tener con quien charlar y como estos días cerramos las consultas está verdaderamente asustada.

La veo alejarse su batón la ayuda a llevar los años, un coche de gama alta la recoge en la acera,  antes de cerrar la puerta me desea una feliz navidad mientras que con un pañuelo apesguñado se restrega las mejillas, le digo adiós con la mano mientras se aleja el gran coche que ahora arrastra en su interior la angustia de una mujer que sufre de soledad.

LAS TIENDAS DE VENTA DE COMPAÑÍA AGOTARON LAS EXISTENCIAS


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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona