No es fácil conseguir una sonrisa cuando entre amigos o en
tertulias distendidas tocamos el tema político catalán, hay cierto hastío y no
poca desilusión en lo que está ocurriendo
tanto en el fondo como en la forma, la opinión general es que la CUP no
puede imponer la marcha política en esta Cataluña que siempre fue conservadora
y alejada de los extremismos, el papel de Mas cada día más a la baja no deja de
ser una caricatura de sí mismo y deambula como un zombi que no quiere ser
enterrado mientras deja tiras de su vendaje por los pasillos de la Generalidad,
hay ganas de enterrar el pasado de corrupción y desatinos pero no será posible mientras
las portadas de los principales diarios traigan día sí y día también noticias
de Puyolismo y sus sucedáneos. El catalanismo es consciente de que va a tener
que trabajar muy duro para reconquistar su propia estima y el respeto de los
demás pero sobre todo está viviendo la losa del independentismo como un búmeran
que se vuelve contra sus propias convicciones
aplastando sus anhelos y alejando por momentos la ocasión más clara que
se dio nunca en la historia catalana para
llegar a ser un estado. En el pueblo llano hay rabia contenida contra sus
políticos aunque no se atrevan a manifestarlo,
unas nuevas elecciones parece ser la solución menos mala pero el no
saber a quién votar seria la pregunta que vendría a continuación, no hay en el horizonte ningún candidato
capaz de aglutinar y unificar criterios sin distorsionar el sentir de la
ciudadanía, teniendo en cuenta la travesía del desierto que nos espera.
La maldición de la familia Puyol campea en todos los
comentarios, el flaco favor que ha hecho a Cataluña quedará grabado a fuego en los estamentos
oficiales y nadie podrá resarcir el desprestigio que ha ocasionado entre la ciudadanía donde
su figura era emblema y su palabra ley, todo el mundo es consciente de que el puyolismo
enterró los anhelos de este pueblo, ahora solo hace falta que la independencia
en manos de la CUP entierre al Sr. Mas dando paso a un nuevo capítulo en su
historia, mientras el amigo Junqueras
seguirá haciendo mangas y capirotes
tratando de encinchar una cuadriga tan dispar como la que le ha tocado en
suerte para salir de este circo sin Cesar conocido, pero con un pueblo
enfebrecido que pide acción antes de que
los esclavos sublevados copen la arena de la plaza de San Jaime. Ahora se habla
de una presidencia colegiada o compartida lo que significaría poca o nula
confianza en el candidato que pasaría a ser un tente en pié en manos de sus
“colaboradores” que podrían defenestrarlo en cualquier momento, todo lo
contrario cuando Cataluña lo que necesita es estabilidad y reafirmarse en sus
convicciones.
LOS ANTISISTEMA ATACAN,
EL PUEBLO AGUANTA EN LA BARRICADA
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