miércoles, 30 de diciembre de 2015

POSTALES NAVIDEÑAS

Recuerdo perfectamente aquella postal navideña con la que yo felicité las fiestas siendo rapaz, cuando el ingenio sustituía a la precariedad y el estimulo a la falta de medios. Era mi felicitación la torre de un campanario donde una de las campanas tañía lanzando  la palabra paz, recuerdo las caras y reacciones de los clientes que acostumbrados como estaban a que solo el sereno, el barrendero y el cartero felicitaran las fiestas con una estampilla con su imagen impresa y alguna estrofilla  relativa a la navidad pedían el aguinaldo abiertamente puerta por puerta y ahora  se encontraban con el mequetrefe que llevaba a casa sus pedidos presentándose con su tarjetita hecha a mano y a todo color donde se les deseaba las mejores fiestas y el deseo de seguir sirviéndoles igual de bien el año siguiente, las propinillas caían con bastante alegría y más de uno de aquellos señores de la “buena sociedad “ a los que yo atendía se interesó por mis dotes con los pinceles.

Después vino la época de los Chismas, todo el mundo mandaba   felicitaciones impresas a cualquier parte del mundo y no dejar a nadie fuera de la lista y sobre todo acomodar la felicitación a medida del destinatario era un ejercicio de estrategia del que nadie en la familia se libraba pues todos habíamos de firmar demostrando nuestra buena voluntad y los mejores deseos pero con originalidad.

Ahora ha llegado el tiempo de la informática, ya nadie hace el esfuerzo de escribir sobre papel, todo vicho viviente mensajea y re- mensajea haciendo del móvil el artilugio destructor de tertulias y reuniones, nadie disfruta una comida sin ser interrumpido por el mensaje del amigo ingenioso que inmediatamente se re-envía a no sé cuantos otros amigos a los que no se puede ocultar el placer de la primicia a su vez todos esos amigos re-contestan con otros cuantos “emilios” con lo que el caos en la mesa está asegurado y lo que había de ser una jornada familiar se convierte en el juego de las cuatro esquinas donde cada uno se confiesa con su móvil sin que haya sargento que reagrupe a la tropa en desbandada ante un enemigo impostado en el cerebro.

Los malditos cacharros, deberían entregarse por obligación al llegar a la casa del anfitrión y ser considerados arma destructiva de ambientes familiares y droga adictiva que una vez inoculada repercutirá negativamente en las próximas generaciones. Nadie canta ya un villancico en la sobremesa ni rememora otras navidades ni propaga las tradiciones sin ser interrumpido, ahora que todo el mundo está conectado resulta que se desconecta de lo más próximo aduciendo tener que atender a los atendidos dejando tendidos y desatendidos a los  atendedores de los desatendidos dando lugar a una desatención por la falta de atención, total que para otra vez más vale que a las reuniones familiares solo acudan los móviles y quédense los interesados en sus casas de esta manera al menos los demás cenaremos a gusto eso sí; después de haberlos apagado todos  con la ventaja de que no será necesario cocinar para ellos.


LOS MAGOS  RECARGAVAN  LOS CAMELLOS CON LA ESTRELLA “SOLAR”

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona