martes, 5 de enero de 2016

Cervantes se muere

Sería más lógico decir que Cervantes se entierra y no me refiero al Cervantes escritor, hoy el duelo es por esa librería emblemática que en Salamanca cierra sus puertas después de varios lustros dando brillo y esplendor a las letras de la capital charra.

No me hago a la idea de pasar por Salamanca sin rendir visita a la librería que vendió sensaciones y olores al chavalín que se pasaba un buen rato delante de sus escaparates imaginando el contenidos de libros expuestos juzgándolos por la ilustración de sus cubiertas y envidiaba a los estudiosos del momento cuando salían ufanos y orgullosos con algún libro debajo del brazo, o cuando tiempo después  invertía  su espartano presupuesto en libretas de muelle infinito,  gomas de borrar Milán o lápices Alpine procurando ser el último en salir para disfrutar del olor de lo nuevo que expandían sus estanterías, tampoco podré curiosear sentado en la escalera  entre cientos de libros antes de devolverlos sanos y salvos a sus estantes y una vez instalado en Barcelona no será el rincón obligado donde encontraba las últimas publicaciones de lo escrito sobre nuestra tierra, echaré de menos este punto de referencia como también lo fue en su día la librería Calón donde hablar de Unamuno era materia obligada  o las librerías de viejo ahora casi desaparecidas. Salamanca pierde otro emblema, no parece fácil que alguien coja el testigo de este estandarte  y mucho me temo que el marchamo de alguna multinacional termine  cabalgando su fachada haciendo de Salamanca un afiche de producción estandarizada impersonal y catecumenal, donde la piedra de Villamayor sea un decorado para recreo de turistas de fin de semana o jolgorio de estudiantes de botellón y tente en pié.

Salamanca duele más en la distancia, la convivencia diaria con el devenir de la ciudad hace menos doloroso (supongo) o más natural la evolución hacia el estandarizamiento, pero cuando las visitas son mas intermitentes te das cuenta que la Salamanca tradicional se queda en el desván de los nostálgicos, queda el consuelo de encontrar aun rincones donde ojear un libro puede convertirse en una tertulia o arropando un café puedes tener estanterías repletas de libros que buscan dueño, me conformo también pensando que el libro comienza a tener una doble vida como forma natural de ilustración y lectura, no es difícil hacerte con buenos libros casi a coste cero  si te mueves en los canales idóneos y puedo asegurar que en Barcelona he conseguido ejemplares interesantísimos con el sello de la librería Cervantes en su contraportada,  al leerlos la sensación de que habían estado esperándome agranda mas el sentido de nostálgica dependencia, Cervantes  no cerrará nunca del todo mientras tengamos en la estantería un libro con su punto de referencia.


EL LIBRO ES LA UNICA CONSERVA QUE NO TIENE FECHA DE CADUCIDAD

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona