sábado, 20 de febrero de 2016

CUANDO SAN VALENTÍN ENLAZABA CON ONDA

Nuestra generación pasará a la historia porque se supone que nació con un piso bajo el brazo y un coche en el otro, nadie valora los sacrificios por los que tuvo que pasar ni el esfuerzo ni el trabajo (muchas veces a destajo) hasta aupar una nación arruinada por la guerra civil y situarla entre las más industrializadas de Europa.


Pero fueron las mujeres de nuestra época las que llevaron la peor parte, para  muchas casarse era la solución en un mundo donde la firma de un  hombre era imprescindible para viajar, abrir una cuenta en un banco, comprar un electrodoméstico o simplemente porque estaba mal visto permanecer soltera hicieron de su situación una condena a perpetuidad, tragedias vividas entre cuatro paredes que se aguantaron por temor a una sociedad  dispuesta a levantar alfombras ajenas, hicieron doblegar voluntades y sobre todo permanecer lejos del hombre o la mujer deseada.


LA CARTA
Le escribo la presente con el dolor que me llena
Porque sé que a si quisiere quien fue mi compañera

Conmigo tuve al ama juiciosa, hogareña, buena
Con usted su corazón, su amor, su pena eterna
Refugio fue mi hogar, pues eso para ella era
Sin poderse emancipar por los hijos que me diera.
Solo tuve yo su cuerpo aunque mucho la quisiera
Como solo quiere un loco que tuviera prisionera
Sin poderla conquistar, aunque ella consintiera
Siendo dócil,  decente; y reprimida en la entrega.
Hoy nos dejó a los dos, a mi solo con mi hacienda
Y bajo una rosa marchita y en un cajón esta esquela
Donde llega ella a decir que olvidarlo no pudiera.
Hoy el viudo es usted, yo lo fui en la iglesia aquella
Donde bajó de mi brazo con mi amor, mi prisionera
Esto le mando a decir: más que usted yo la quisiera
Más guardó en su corazón la rosa que hoy fue con ella
Yo me guardé las espinas para evitar que sufriera
Las clavé en mi corazón que aun sangrando la venera.

                                                                                 J. Hernández





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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona