Soy tu amigo, el periódico que abrazas recostado en tu sillón
favorito, te veo mirándome primero con sorpresa luego con la curiosidad de quien
busca setas en el impenetrable del bosque de mis palabras, después noto que me repasas con deleite, sin
prisa, lentamente como quien tiene todo el tiempo del mundo para saborearme, solo
tú y yo sabemos que nuestro encuentro diario debe durarnos toda la mañana, aunque
hay veces que por mucho que yo quiera no tengo contenido con que entretenerte y
eso me duele, un amigo como tú no puede estar sin conversación pero el escaso bagaje con el que cuento no da para más,
bien puedes creerme que lo intento con ahínco pero según qué días el pozo de
las noticias no da más agua.
Hoy te he visto triste, rellenaste mis crucigramas y
acertijos con cierta desgana, teniendo
en cuenta que para ti son como el postre después de una buena comida, me dejaste
con la sensación de que tu pensamiento estaba en otro sitio, no me doblaste tampoco
con la pulcritud de otros días igualando las esquinas hasta confrontar mis
hojas, ni siquiera repasaste conmigo aquellas
noticias que sin ser importantes te resultaban curiosas, barrunto que algo no
anda bien en tu vida diaria y mira si te conozco que yo diría que son temas de
salud, espero que mañana a la hora de siempre puedas recibirme con otra cara y me
acojas con el talante acostumbrado.
Te he esperado pero no as acudido a nuestro encuentro, el
sillón que siempre ocupas ha permanecido vacio durante toda la mañana, otras manos
me han recogido solo para curiosear mi contenido, de reojo he seguido mirando
tu sillón huérfano esperándote con los brazos abiertos, un tercer contertulio
pregunta por ti, al escuchar su respuesta he dejado caer mis hojas fulminadas por
la noticia y falto de fuerza escondí mi cabeza llorando la tinta negra que empapa
el recuadro de las esquelas.
Sé que yo era para ti el amigo de todas las mañanas, aquel
que te esperaba en la biblioteca del barrio para pasar un rato en compañía, por
tus ropas supuse que no te encontrabas en buen momento y quiero pensar también
que andabas solo por la vida en la que no encontraste calor donde cobijarte,
bien me duele tu fallecimiento pero más la manera en que se ha producido. Te
observé cuando a veces leías noticias de la gente que vivía sola y no pocas que
tristemente moría en esa misma soledad, entonces te oía chasquear la lengua
pero nunca para gritar que necesitabas compañía, la gente seguía desfilando delante nuestro sin
reparar en nosotros ni en tu necesidad de tener alguien con quien hablar y
compartir. Hoy en mis noticias solo eres un número; en España cientos de personas mueren en soledad.
LA SOLEDAD ES LA
ROTONDA EN LA AUTOPISTA DE LA MASIFICACIÓN
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