jueves, 12 de julio de 2018

LAS OTRA CARA DEL ESPEJO DEL NO


Anda estos días la cesta de los huevos un poco revuelta, el tener que decir si antes de hacer la tortilla se supone debe ser aplicable entre parejas ocasionales o furtivamente trasgresoras, lo que nadie contempla es cuando el no es persistente en una pareja estable donde los huevos quedan en la alacena esperando y pasan con creces la fecha de consumo. ¿Qué hacemos con esos huevos? ¿Los pasamos a otras gallinas para que los engüeren? o simplemente dejamos que se pudran por falta de utilidad. El respeto por el “otro/a” no puede obligar a mantener un régimen tan estricto en la alimentación habitual que impida al “otro/a” el consumo de productos ovíparos coartando el derecho del “otro/a” a comerse una tortilla que al tener que ser compartida nunca encontrará el plato apropiado donde degustarla, ¿estaremos empujando entonces a entrometerse al “otro/a” en otros consentidos gallineros?

El atropello de la manada pamplonica está levantando ampollas en una sociedad aparentemente sensibilizada, las violaciones y la violencia de género parecen difíciles de estigmatizar, mientras por otro lado  los programas de máxima audiencia son aquellos donde se glorifica al macho ibérico y sus antagonistas compiten con ellos exhibiendo sin pudor las muescas de sus devaneos. Estamos ante una sociedad hipócrita donde se sale a la calle para protestar una sentencia que se estima injusta pero disfruta con el morbo de conocer los entresijos de otras manadas que viven de serlo y además cotizan al alza según el trofeo conseguido.

Aborrecemos de la prostitución masculina y femenina pero al mismo tiempo dejamos que estos/as se exhiban públicamente bajo otros calificativos, no queremos la trata de blancas pero impedimos que puedan buscar un trabajo libremente, queremos abofetear con una mano mientras en la otra tenemos el mando a distancia desde donde queremos ver que el interfecto/a sigue vivo y actualizado para seguir golpeándolo, pedimos limpieza de miras mientras inundamos los móviles con el morbo más dañino caído en nuestras manos, exigimos un SI pero nos disputamos en ser los primeros en pregonar las consecuencias de un NO. 

QUEREMOS VER LIMPIEZA ENTRE EL POLVO DE NUESTRAS PESTAÑAS

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona