Ahí
va la perra Torza
escondida
entre el majuelo
ladrándole
a los chiquillos
gimiendo
con desconsuelo.
Sigue
el rastro de su sangre
escapando
de aquel pueblo
escondiendo
entre las jaras
su
cuerpo lleno de miedo.
Llora
entre el monte perdida
rastreando
tierra y cielo
le
robaron los perrillos
merodea
por el pueblo
salvando
piedras y niños
buscando
en cada agujero.
Siendo
ya noche cerrada
ha
saltado al cernidero
entre
detritos y estiércol
oyó
un gemir lastimero.
Ahí
están sus gazapillos
ahí
están, saca al primero
y
rescata otros dos más
los
otros tres perecieron.
Se los llevó entre los dientes
uno
a uno a su agujero
los
calienta y acurruca
los
lame, les da consuelo
los
hace mamar su leche
se
queda en la piel con ello.
Hace
tiempo que no come
la
apedrearon de nuevo
ya
no puede dar más leche
solo
es hueso y puro cuero.
Aquella perra, la Torza
por
lo torcido del cuello
pereció
entre carrasca
atabanada
en su lecho
protegiendo
a sus perritos
tres, parece que vieron
tres
rebujones inertes
entre
las piedras y el cieno.
J. Hernández
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