Arrebujado entre mantas cartones y bolsas de plástico, el sin techo rechaza una y otra vez la invitación de los servicios sociales para refugiarse de las gélidas temperaturas que estos días nos acosan, su determinación es incuestionable y aunque su manera de proceder parece incongruente no acepta de ninguna manera el traslado que le ofrecen. A sus pies una especie de rebujón de lana se mueve entre las mantas, es su perrito, su amigo y compañero al que no quiere abandonar por nada del mundo y por el que prefiere pasar las noches al raso antes de dejarlo desprotegido, los asistentes sociales renuncian a su intento de convencerlo y se limitan a ofrecerle bebida caliente y algo de comida.
Muy cerca de mi casa un hombre duerme bajo el puente muy
cerca del CAP de Horta, sus pertenencias cuelgan de un árbol donde se supone
están a salvo de la humedad, la barrera de cartones con las que se cobija hacen
evidente su presencia donde además el paso de viandantes es constante, muy
conocido en el barrio los días de sol
suele merodear llamando la atención y
poniendo de manifiesto un cierto desequilibrio emocional. Dos cajeros de la
Caixa durante la noche son ocupados por indigentes más o menos conocidos, es
muy dudosa su situación mental, se niegan a ser recluidos para no tener que
abandonar sus enseres unos y otros forman parte de devenir del barrio sin que a
nadie sepa muy bien sus orígenes y las causas que les llevaron a este estado de
desarraigo.
Solo anoche
fallecieron en Barcelona dos indigentes que dormían a la intemperie, parece que
uno de ellos rechazó ser acogido en las instalaciones que para ellos se han
dispuesto en la plaza de España, del otro nadie tenía conocimiento de su
existencia y dormía junto a otro compañero en el parque de la ciudadela. Algo
falla en esta sociedad garantista de derechos y obligaciones, dejar que la
gente muera no puede ser la única alternativa a su cerrazón muchas veces
cuestionable, que Barcelona pueda garantizar por unos días la vigilancia de sus
enseres o dar cobijo a una mascota debería hacernos meditar, si somos capaces
de desalojar a familias enteras de su casa sin que le tiemble la mano a jueces
y autoridades, no puede ser tan difícil legislar para proteger a los
desprotegidos.
SER LIBRE NO ES ESTAR
PRISIONERO DE TUS DEMENCIAS
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