El perro saltó la valla intentando acosar a las gallinas, lejos de amilanarse el gallinero se aprestó a la defensa arremolinándose alrededor del invasor y con las alas extendidas y los picos abiertos como garfios daban saltos alrededor del can intentando picotearle la cabeza, algunas plumas sueltas salieron por el aire en medio de una nube de polvo que lo envolvía todo, el cloqueo del grupo llamó la atención del resto que fue sumándose a la pelea llegando a formar una turba de arena de más de un metro de altura, el perro aupado sobre sus patas traseras trataba de poner la cabeza a salvo en una mezcla de miedo y confusión que le sobrepasaba, entre el polvo y la arenisca el pobre animal intentaba mantener a raya aquel vendaval de picos y espolones con ladridos entrecortados mientras las gallinas saltando unas sobre otras se esforzaban en conseguir su objetivo.
Fuera de la verja alguien localizó al dueño del perro, tres abuelos con algún baston en el aire se dirigen hacia él, alguno más se une al grupo lanzando maldiciones e improperios de coro de sacristía, mientras dos señoras aparcan el carrito del mercado para unirse a la trifulca y algún otro matrimonio anima con sus voces la improvisada algarabía. Por un momento los dos grupos a uno y otro lado de la verja parecen competir entre sí por ver quién levanta mas jaleo, nadie intenta poner orden, el asunto va in crescendo hasta que el perro consigue librarse del cerco y pone pats en polvorosa saltando la valla ganando con ello la libertad.
Perro y amo se alejan del escenario no sin antes cruzar algunos insultos con los “ancianetes” que les habían rodeado gritando a viva voz que está arto del gallinero que le despierta nada mas despuntar el día. Vuelta la calma las gallinas recomponen su plumaje y una vez calmado el cacareo alguien descubre con estupor que uno de los pollitos recién nacidos quedó herido en la refriega, su madre con el pico trata de ponerlo en pie infructuosamente.
Horta tiene
un gallinero propio que nadie cuida y todos protegen, está en tierra de nadie detrás de la verja que
delimita un pequeño desnivel y la acera de la calle Lisboa muy cerca de la
salida del túnel de la Rovira y del propio CAP, parece que su origen está en un
antiguo vecino que mantenía un huerto en ese terreno hasta que un día dejó de
interesarle y dio libertad a su pequeño gallinero, desde entonces los animales
han seguido reproduciéndose, la orografía,
la amplitud del terreno y el constante devenir de los vecinos con
piensos y restos de comida hacen el
resto, me aseguran que de vez en cuando el ayuntamiento hace una saca pero
nunca llega a esquilmarlas en su totalidad . ¡ Horta sigue siendo un
pueblo ¡
LLAMAR GALLINA A QUIEN TIENE HUEVOS
ES UNA PEROGRULLADA
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